En Colombia, uno de los sectores económicos más productivos y que mayor crecimiento viene presentando en las últimas décadas es el de la palma de aceite. Este se concentra principalmente en la zona del Magdalena Medio, abarcando diversos departamentos como Santander, Cesar y Magdalena, ocupando grandes extensiones de tierra para las plantaciones y generando una fuente importante de empleo para los habitantes de estas regiones.
A pesar del gran auge de la agroindustria de la palma de aceite, esta prosperidad no se ve reflejada de la misma manera en las condiciones laborales y económicas de los trabajadores, quienes desde hace mucho tiempo han tenido que organizarse en forma de sindicatos como mecanismo de protección y garantía de sus derechos.
Este desequilibrio de fuerzas, que ha persistido históricamente, no siempre se ha manifestado de la misma manera y en la misma magnitud, puesto que las dinámicas del conflicto armado colombiano y fenómenos como el paramilitarismo han sido utilizados en contra de la clase trabajadora, situándola en una posición aún más vulnerable. Según informes de la comisión de la verdad y demás organizaciones dedicadas a la defensa del trabajo, durante ciertos periodos históricos es posible evidenciar como algunas de las empresas de los sectores económicos más importantes del país se han valido de la violencia paramilitar para, a partir de amenazas, desapariciones y homicidios, debilitar la organización obrera y menguar a porcentajes ínfimos las tasas de sindicalización en Colombia.
El territorio del Magdalena Medio no ha sido ajeno a estas circunstancias, por el contrario, sabido es que ha sido una de las regiones en donde el conflicto ha mostrado su rostro más crudo y desgarrador. En este ejercicio académico se analizará como la vulneración de los derechos fundamentales ocurre bajo el visto bueno del Estado y con el auspicio directo de los capitales privados, quienes conjuntamente se han encargado de que Colombia sea uno de los países del mundo más peligrosos para ser sindicalista.
En el análisis acerca de la violencia antisindical se hace notorio el auge de mayor sistematicidad y vehemencia a partir de 1995, que es cuando oficialmente se consolida el proyecto paramilitar en Colombia. Las directrices de violencia estuvieron dadas bajo políticas claras de exterminio, tortura y desplazamiento a los sectores políticos y organizativos en la política.