La investigación desarrollada en una localidad de Buenos Aires con un alto componente de población procedente de la zona andina de Bolivia da cuenta del peso de la sangre en la apuesta de continuidad colectiva. Esto también se expresa en las identificaciones proyectadas en los llamados descendientes, los hijos de bolivianos nacidos y criados en Argentina. Los adultos esperan, sobre todo en ciertos ámbitos de prácticas, que sus hijos sigan siendo bolivianos y se identifiquen con el territorio de origen familiar. En esto se advierten tensiones con la normativa estatal (el ius solis vigente tanto en Bolivia como en Argentina) y visiones sobre las identificaciones nacionales, donde la dimensión étnica y el parentesco ocupan un lugar relevante.
La frase Ellos llevan a Bolivia en la sangre se reitera para aludir a la pertenencia de los niños y jóvenes. La misma se registra en charlas casuales, entrevistas, programas radiales, eventos festivos, discursos de autoridades comunitarias. Lo mismo se correlaciona con innumerables prácticas: casamientos entre paisanos, eventos festivos donde se debe probar ascendencia boliviana, inserción al mercado de trabajo y acceso a lugares políticos a partir de lazos familiares. De esta forma, los vínculos familiares y ciertas prácticas nacional y étnicamente marcadas atraviesan los discursos y experiencias de jóvenes y adultos.
Distintos investigadores sostienen que esto debe interpretarse como una biologizacion de la pertenencia y como “herencia del prejuicio”, en tanto la referencia a “lo boliviano” suele ser en Argentina objeto de desvalorización y discriminacion.
Me interesa poner en discusión este presupuesto desde la reflexión sobre el modo en que “la herencia” de la pertenencia se vincula también con estrategias de fortalecimiento comunitario en contextos donde la discontinuidad de la transmisión generacional desafía las posibilidades de reproducción. Asimismo entiendo que es necesario preguntarnos por los sentidos de resistencia que estos proyectos de continuidad representan frente a los mandatos de integración y asimilación sostenidos por las agencias del Estado en Argentina. A partir de viajes recientes a las localidades de procedencia de esta población mi intención es también comenzar a trazar líneas de continuidad y cambio con las perspectivas de herencia y descendencia en los territorios de origen.
Entiendo en definitiva que la atención a los sentidos locales de categorías como descendientes, bolivianos de segunda generación, antecesores y sucesores, seguir siendo, su historizacion y contextualización invita a pensar la relevancia de las relaciones de parentesco en las situaciones actuales de movilidad, desposesión y discriminación. También a considerar estas relaciones en el marco de las condiciones y las transformaciones sociales que las atraviesan.