El circo tradicional en Chile representa una tradición popular de casi doscientos años que, entre sus atributos, priman el espectáculo autogestionado, el arte como trayectoria de vida, la itinerancia, la comunidad que no reconoce fronteras sino las que impone el modo de vida, y la creación de su propia audiencia. Se trata de un patrimonio híbrido que ha logrado sobreponerse y adaptarse a las grandes transformaciones ocurridas a lo largo de su existencia, manteniendo su autonomía frente a la acción del Estado. El trabajo colaborativo, del que informamos en esta ponencia, se inscribe en el marco de los intereses del Sindicato de Artistas Circenses por incorporar al circo en el registro del patrimonio en Chile. La sola propuesta se traduce en un conjunto de equívocos entre la institucionalidad pública y sus categorizaciones y la comunidad circense y su inclaudicable autonomía. La experiencia se vive en la integración del equipo de investigación con los artistas circenses para llevar a cabo una tarea que pone en tensión dos sistemas de referencia. En un año y medio de colaboración – pandemia de por medio – los objetivos son alcanzados, asumiendo un conjunto de equívocos necesarios para negociar a través de la diferencia. Desde el punto de vista de una etnografía colaborativa prima en esta relación un contrato social cuyo fundamento radica en la confianza, la complicidad y la claridad con que las partes asumen la tarea. En ello, unos y otros, deben abandonar sus pre-conceptos y avanzar en la creación de un campo semántico para elucidar los fundamentos a través de los que una práctica cultural puede aspirar al reconocimiento institucional. Junto con la confianza y la inteligibilidad del lenguaje, el trabajo desarrollado depende de la concreción de fases y la comunicación expedita de resultados surgidos al alero del uso de técnicas múltiples que van desde la observación participante hasta los grupos focales. La magnitud de la tarea (cien circos doscientos cincuenta cultores), la relación contractual (el sindicato contrata, a través del Estado, los servicios de los investigadores), el vínculo afectivo y la concreción de los propósitos y vigencia actual ameritan desarrollar el análisis de esta experiencia, sobre todo porque la colaboración yace en un vínculo que aún nos integra y reintegra al circo tradicional desde diferentes requerimientos, en diferentes momentos del año, seguimos haciendo etnografía. En ello queda en evidencia la fluidez de un sistema que a través de su trashumancia y de su fragmentación interna es capaz de sortear la imposición de directrices públicas.