La Ecología Humana destaca el concepto de sistema social como fundamental para comprender cómo las actividades humanas están influidas por la sociedad en la que viven. Se basa en la idea de que los valores y conocimientos de una sociedad influyen en las acciones de las personas. El sistema social se compone de cuatro elementos clave: poblaciones humanas, medio geográfico, medio biológico y medio cultural. Además, las organizaciones sociales e instituciones dentro del sistema determinan las conductas aceptadas en la sociedad.
Los sistemas sociales interactúan con el medio biológico en el que se encuentran (ecosistemas) formando sistemas con estructuras complejas que se caracterizan por tener múltiples componentes interconectados que interactúan entre sí y generan comportamientos y propiedades que no pueden explicarse observando las partes individuales.
Las ecorregiones del Chaco Paraguayo han sido habitadas por grupos humanos desde tiempos ancestrales, y a través de la interconexión con el entorno estos grupos humanos han desarrollo sistemas complejos de gestión y relacionamiento que podrían ser entendidos como un Sistema Socio-Ecológico.
Los Sistemas Socio-Ecológicos (SSEs) involucran sistemas sociales y sistemas naturales que se relacionan e interactúan, afectándose mutuamente. Los elementos clave en estos sistemas incluyen el ecosistema, los seres humanos y sus tecnologías, el conocimiento y las normas que rigen las interacciones.
La gobernanza desempeña un papel crucial en la gestión de los recursos naturales, especialmente en comunidades indígenas, donde las normas escritas y no escritas derivan del conocimiento y la cultura. Sin embargo, los cambios y restricciones recientes en el acceso a su territorio han planteado desafíos en la gestión del agua. A pesar de las adaptaciones, las comunidades indígenas mantienen estructuras organizativas internas fundamentales para la gestión de recursos naturales, incluyendo el agua.
La gestión del agua en estas comunidades ha estado históricamente vinculada a entornos familiares internos, con un enfoque preferentemente femenino. Sin embargo, en los últimos años, se ha impulsado la gestión comunitaria, lo que requiere el desarrollo de nuevas estructuras organizativas, a menudo lideradas por figuras políticas masculinas.
La solidez de estas estructuras comunitarias que surgen para la gestión del agua podrían estar relacionadas al nivel de capital social existente en las comunidades, ya que se observa, que aquellas comunidades con redes familiares débiles tienen a depender de manera más explícita de los liderazgos individuales.