La irrupción y el rápido ascenso de Javier Milei en la política argentina trajeron aparejados un gran número de análisis, tanto en el ámbito académico como en los medios. Desde investigaciones en profundidad sobre su figura, sus ideas y sus seguidores y militantes, hasta columnas de opinión provenientes de distintas corrientes ideológicas, el comúnmente llamado “fenómeno Milei” ha sido parte del debate público y político durante los últimos años, situación que naturalmente se expandió a la luz de sus resultados electorales en las elecciones primarias y generales de 2023.
Particularmente en los últimos tiempos, una buena parte de esos análisis se focalizaron en aquellas personas de sectores económicos populares, principalmente jóvenes, que apoyaron su candidatura, votaron por él e incluso participan de espacios políticos que se referencian en su figura. En gran parte de estos acercamientos, su adhesión a las ideas de Milei y de la corriente de pensamiento con la que él se identifica –el libertarianismo- aparece como algo ciertamente exótico o contraintuitivo, que requiere desarmar ciertas categorías previamente constituidas.
En este trabajo me interesa analizar, a partir de mi propio trabajo etnográfico con un partido político libertario de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires –que en su propia constitución presenta una notoria transversalidad en cuanto a la clase social de quiénes lo componen- de qué manera la identidad política libertaria se articula y se refuerza a partir de exaltar el origen popular de un buen número de los votantes, seguidores y militantes de Milei.
Secundariamente, voy a recurrir también a discursos y declaraciones tanto de Milei como de otros referentes liberales y libertarios, que resaltan la llegada a dichos sectores no sólo para marcar distancia con sectores políticos adversarios, sino también para marcar como de esa manera, a un nivel más amplio, se rompe con lo que ellos perciben como una raigambre elitista del propio liberalismo y libertarianismo argentino.