A lo largo del siglo XX e incluso entrado el XXI, América Latina fue escenario de conflictos armados y dictaduras militares que dejaron marcas profundas en los territorios en los que tuvieron lugar, en las formas en las que diferentes comunidades estructuran el tiempo -ritual y cotidiano- a partir de esos eventos, y en los cuerpos de las personas. Estas tres dimensiones son abordadas en este simposio a partir del eje analítico de la memoria como elemento de consenso o conflicto, y como instrumento de reconstrucción de esos mundos devastados por la violencia (Pollak 2001).
En clave eliasiana, partimos de considerar a la violencia más allá de su faceta destructiva; es decir en su carácter productivo, generador de identidades y representaciones sobre el pasado que emergen cíclicamente de la trama de un drama social (Turner, 1974), recreándose en diferentes escenarios según las necesidades del presente. Teniendo como referencia central que los trabajos de la memoria (Jelin, 2002) instalan en lo público el reclamo por los crímenes cometidos por el Estado como problema social (Lenoir, 1993), el presente simposio busca generar un ámbito de discusión de experiencias de investigación que, desde una aproximación etnográfica, analicen y otorguen encarnadura a términos abarcativos como los de Derechos Humanos, Justicia Transicional o Políticas de Memoria, así como a problemáticas clásicas relacionadas con el ejercicio y el padecimiento de la violencia, como el sufrimiento, la muerte y el duelo.
De este modo, el simposio invita a abordar los procesos de memoria en relación a la violencia y la represión prestando atención a la actualidad (Agamben 2005) que adquieren en base a prácticas, comunidades y sujetos concretos, convocando a presentar trabajos a partir de los siguientes ejes:
1) Rituales jurídicos y de conmemoración, territorialidades y materialidades donde las memorias son puestas en escena y disputadas.
2) Culturas militantes, ejercicio y padecimiento de la violencia, y dinámicas de lo decible y lo indecible en la conmemoración de esas experiencias.
3) Los cuerpos como blanco de disciplinamiento, crueldad y apropiación en contextos de violencia; y en particular la problemática de los cuerpos muertos y desaparecidos como objeto de tratamiento necropolítico, tanatopolítico y locus de culto memorial.