Luego de la denominada “Conquista del Desierto”, la Patagonia fue escenario de diversas formas de reasentamiento poblacional. Algunos grupos indígenas sobrevivientes, tras largos deambulares por distintos parajes, lograron que el Estado Nacional les otorgara un nuevo espacio donde recomenzar una nueva vida. Otras familias fueron llegando de manera dispersa desde distintos paraderos y fueron ocupando espacios vacíos. Muchas de ellas fueron identificadas inicialmente como “chilenas”, dado su lugar inmediato de procedencia. Es por esto, que los relatos fundacionales de buena parte de las localidades cordilleranas, narran que las mismas se poblaron de chilenos que se establecieron en el lugar hacia fines del siglo XIX, y que luego tuvieron hijos argentinos. Estas antiguas familias, por lo general, nunca pudieron conseguir que el Estado les reconozca la propiedad de los campos que ocupan desde entonces. Este trabajo investiga el proceso por el cual, en la localidad cordillerana de Lago Puelo, noroeste de la Provincia de Chubut, la familia Cárdenas –que llegó a la región a fines del siglo XIX y siempre fue identificada como “pionera chilena”– se ha proclamado públicamente a inicios de la década de 2000 como perteneciente al pueblo mapuche. Así, y desde los derechos que dicha adscripción le confiere, ha comenzado a reclamar la regularización jurídica de la ocupación territorial, que data de más de un siglo.
Mi objetivo consiste en estudiar cómo estas familias han apelado a una identidad que no habían invocado previamente en el marco del litigio por la regularización jurídica de la tierra. A su vez, analizar cómo se ha construido esta identidad indígena presente, haciendo uso de historias pasadas.
Este proyecto editorial mereció el apoyo de la Convocatoria Activar Patrimonio / Fondo Editorial sobre Patrimonio y Museos 2022, de la Secretaría de Patrimonio Cultural del Ministerio de Cultura, editado en diciembre 2023, con la confianza editorial del Instituto de Investigaciones en Diversidad Cultural y Procesos de Cambio del CONICET y la Universidad Nacional de Río Negro y el Prólogo de Diana Lenton.