En Colombia, los museos comunitarios de memoria han sido herramientas de las víctimas, sobrevivientes, familiares, seres queridos y sus comunidades, para tramitar las causas y los efectos de los conflictos armados y violencias de larga data. Estas iniciativas de memoria son representativas de la resistencia y la oposición ante la guerra y a las variadas causas que la sostienen, y arrojan luz sobre los fundamentos sociales, económicos, políticos y culturales de tales estructuras de ordenamiento. Mucho más que dispositivos de colección o sistematización, y más que repositorios empolvados de historias de lo que pasó, estos museos hacen de la memoria un ejercicio vivo que concentran y movilizan el accionar político.
Este estudio describe el trabajo con dos museos comunitarios de memoria colombianos: el Museo Itinerante de la Memoria y la Identidad de los Montes de María ‘El Mochuelo’, y la Casa Museo de la Memoria y los Derechos Humanos de las Mujeres. Las reflexiones que presento hacen parte de la investigación-acción que he llevado a cabo en el marco de mi trabajo de doctorado.
En específico, para esta presentación utilizo los museos comunitarios de memoria como mecanismos metodológicos para indagar sobre el rol de las emociones en la conformación y devenir de iniciativas de memoria que buscan la transformación social.
Dos miradas guían esta presentación. La primera da cuenta de las emociones que han circulado en la conformación del museo y sus estrategias. Describe las tensiones que hay entre unas emociones que aluden al dolor, el miedo, la tristeza o la rabia y, al tiempo, unas emociones que hablan del optimismo, la alegría y el convencimiento de que el trabajo realizado en el museo hace la diferencia en la búsqueda de una vida digna y del bienestar individual y colectivo. La segunda, describe cómo esas emociones dan forma a relaciones de amistad o solidaridad que, consecuentemente, se vuelven el sustrato en el que se apoyan las luchas de largo aliento por la construcción de un sujeto político relevante. En otras palabras, propongo una serie de lentes para ver ‘hacia adentro’ del proceso de conformación del museo, y otros lentes para ver ‘hacia afuera’, hacia la incidencia de estos procesos en la estructuración social y cultural.
Transversalmente, me interesa dar cuenta de la dimensión emocional que también se teje cuando se investiga de forma activa y comprometida sobre la memoria y los museos. Al problematizar mi doble posicionamiento como investigadora y participante, discuto las implicaciones de mi involucramiento como parte de los equipos de diseño, educación y gestión de los museos; y a su vez reflexiono sobre las particularidades que le ha dado a la investigación el hecho de comprometerme afectivamente con los equipos de trabajo.
Con estas indagaciones busco contribuir a la discusión sobre la tensión entre las dimensiones micro y macro del estudio de las emociones. Busco aportar a los desafíos analíticos y metodológicos que tienen los entendimientos antropológicos y sociológicos de las emociones, no solo para iluminar prácticas no-hegemónicas de transformación social sino para comprometerse con ellas.