El objeto de la ponencia consiste en analizar las violencias estructurales que subyacen en el proceso de reestructuración productiva de la industria vitivinícola en la ciudad de Parras, Coahuila. Esta industria tiene dos requerimientos: agua y mano de obra especializada. El agua la extrae del subsuelo mediante pozos profundos y el sistema de agua rodada. La mano de obra proviene de ejidos y colonias periféricas. Buena parte de los trabajadores de la viña parrense son simultáneamente ejidatarios que favorecen la venta de la tierra a compradores que posteriormente extraen el agua e instalan viñedos. La expansión de la industria vitivinícola contribuye a la proletarización y a la falta de acceso al agua para el consumo humano y el riego agrícola, lo cual tiene múltiples efectos sobre la vida de los trabajadores: en el acceso al agua, la economía familiar y el sentido que adquiere el trabajo.
La perspectiva de violencia estructural (Galtung 1996) brinda una guía para analizar lo anterior. Remite a situaciones de vida en las que hay un daño-privación en la satisfacción de necesidades humanas y se vinculan a la desigualdad, el despojo de recursos y exclusión. Reconoce la existencia de conflictos entre dos o más grupos, pero sin violencia directa o fácilmente identificable sino una aparente armonía. Alude al proceso naturalizado en el que un grupo resulta sistemáticamente beneficiado en cuanto al acceso, posesión y uso de determinados recursos en perjuicio de otros.
Para identificar las formas de violencia estructural, esta ponencia parte del análisis etnográfico de las experiencias de trabajadores de la viña de Parras, a través de la escucha y reflexiones en torno a sus experiencias cotidianas y condiciones materiales de vida pretende articular dicho proceso con los estragos y efectos encarnados que provoca la privación de necesidades básicas y las maneras de hacerles frente.