La formación de los y las profesionales de salud juega un papel crucial a la hora de brindar una atención a la comunidad que tenga en cuenta las vulnerabilidades diferenciales desde una perspectiva interseccional, los determinantes sociales de la salud y los derechos de la ciudadanía. Presentamos los resultados de una investigación en torno a los fundamentos de una formación en bioética, desde un enfoque de género y derechos humanos, para que dé como resultado una atención en salud ajustada a estos derechos. Si bien es cierto que la formación debe ser continua a lo largo de toda la vida profesional, es esencial la formación reglada que se produce en el entorno académico durante el pregrado. Finalmente, queremos conocer también la percepción que existe en la sociedad en torno al impacto que tiene una atención al margen de una ética aplicada, tradicionalmente con énfasis en el ámbito investigador y poco presente en la esfera de lo clínico.
El bagaje teórico del feminismo y los abordajes desde la teoría decolonial pueden ser de gran ayuda a la hora de introducir mejoras en la formación, dado que, no todas las titulaciones en Ciencias de la Salud incluyen en su programa formativo la bioética, y mucho menos desde un enfoque feminista y decolonial. Como señala Susan Sherwin, en el ámbito académico “quienes se especializan en bioética se comportan como si su campo tuviera efectos neutros sobre la opresión y se encargara solo de cuestiones alejadas de aquellas que competen a las feministas”, pero desde el feminismo se ha de “buscar adquirir una mayor comprensión de cómo las mujeres y otras personas oprimidas pueden escapar del daño de la opresión y empoderarse a pesar de las estructuras adversas que enfrenta” (Feminismo y bioética. Debate feminista 2014; 49:45-69. DOI: 10.1016/S0188-9478(16)30003-2).
En este trabajo presentamos resultados de una etnografía que se lleva a cabo en dos comunidades autónomas españolas, la Comunidad de Madrid y la Comunidad Valenciana, tanto con personal de salud como con personas atendidas. Una de las conclusiones hacia la que apuntan los resultados es que la formación debería ser transversal a lo largo de toda la carrera, incorporándose tanto a nivel teórico como en ética aplicada. Aparece evidencia de algunos desajustes entre las exigencias de los comités de ética que certifican estas consideraciones en proyectos de investigación y el trato adecuado a las personas atendidas en los servicios de salud. La perspectiva feminista y decolonial permite evitar violencias institucionales machistas y racismo institucional introduciendo la justicia reproductiva en la atención en salud sexual y salud mental, por especificar dos áreas en las que estamos trabajando. Todo ello conduce a afirmar que la bioética feminista y decolonial es una teoría crítica que traspasa la barrera entre lo privado y lo público, que provee elementos para un enfoque ampliado y cívico, tanto en el ámbito científico como en el de la atención en salud (Declaración sobre Bioética y Derechos Humanos. UNESCO, 2005).