En “El final salvaje: Naturaleza, cultura y política en la antropología contemporánea”, el antropólogo colombiano Arturo Escobar identifica tres regímenes conceptuales a través de los cuales distintas formaciones culturales construyen la idea de lo natural: el capitalista, el orgánico y el tecno-científico. En el regimen capitalista, la naturaleza es reducida a una serie de insumos que deben ser cuantificados, extraídos y transformados para el uso y la satisfacción de los seres humanos. En el segundo, el orgánico, no hay una diferenciación ontológica entre naturaleza y cultura, y este continuo crea entidades naturales con voz y participación en los contextos sociales. Esta tradición sigue las líneas conceptuales de trabajos como los de Marisol de la Cadena en Perú y Eduardo Kohn en la selva ecuatoriana, en los que montañas y la selva, respectivamente, son entes activos en las estructuras políticas y culturales. Finalmente, en el regimen tecnocientífico, se juega con la definición de lo natural a través de la experimentación tecnológica: espacio y tiempo, por ejemplo, son alterados a través de nuevas tecnologías como drones y comunicaciones 5G que redefinen el aquí y el ahora. Esta ponencia busca explorar cada una de estas formas de aproximarse a lo natural en el contexto del Cañón del Río Cauca y la construcción del Proyecto Hidroeléctrico Ituango, la represa más grande de Colombia. A través de un trabajo de campo que dio como producto el documental Riada (también presentado para la consideración a este congreso), se muestra cómo este proyecto hidroeléctrico refleja cada una de las formaciones de lo natural delimitadas por Escobar. Primero, la inundación y la creación de energía eléctrica solucionó el problema de orden público en la región y cambió el uso de un ecosistema que no producía ningún beneficio a la economía capitalista. Luego: esta mirada capitalista para justificar la represa eliminó prácticas ancestrales y ontologías indígenas y campesinas que concebían el río como un “patrón” (jefe o proveedor) que brindaba y regulaba el oro que los barequeros obtenían, los peces de los pescadores y la irrigación para los cultivos. Finalmente, el concreto usado para represar el agua, crear túneles y carreteras, el nuevo “río” que contiene especies no nativas y que formó un ecosistema con variaciones climáticas impredecibles, y las disputas y negociaciones sobre mediciones de impactos, producción de energía y distribución de regalías y ganancias, hacen que la idea de naturaleza sea constantemente construida y cuestionada a partir de discursos científicos, económicos y políticos. Por último, resaltar cómo este proyecto energético en particular se conecta con las dinámicas de violencia en el país: el Cañón del Cauca es un corredor estratégico para el tráfico de drogas, y es zona de permanente disputa entre guerrillas y paramilitares. Gran parte de la tierra inundada para la represa fue despojada por paramilitares y la JEP estima que en el área fueron desaparecidas 2100 personas y se realizaron más de 60 masacres con un estimado de 600 víctimas mortales.