El 6 de noviembre de 1963 fue encontrado el cadáver de un menor de edad en cercanías al Bosque Municipal de Cali, Colombia. Junto al cadáver, que sólo presentaba trozos de piel en las extremidades inferiores y parte de las superiores, se encontró su ropa: un jean en buen estado y una camisa sport blanca a rayas, prendas que días después reconocería su madre. Durante los años posteriores a este crimen, la página judicial de El País de Cali empezaría a llenarse de anuncios sobre extravíos de menores, todos varones, y días después se anunciarían los hallazgos de sus cuerpos en lotes enmalezados de la ciudad. Se empezaba a gestar entre los habitantes de la ciudad un pánico exacerbado que esperaba señalar o encontrar culpables. Sin embargo, fue hasta el 18 de enero de 1964, después de varios cadáveres encontrados, que el cronista judicial Alfonso Recio Delgado del Diario, bautizó los acontecimientos con el nombre de El Monstruo de los Mangones. El nombre asociaba claramente dos cosas: por un lado, la monstruosidad como lugar para lo no humano o lo no animal, y las fronteras donde es posible ese espectro: los mangones (lotes enmalezados sin construir).
Esta ponencia presenta entonces un análisis a notas de prensa publicadas por El País de Cali entre los años de 1963 a 1966, y explora las diversas formas en que, tanto la prensa como los relatos de la ciudadanía, empezaron a construir y definir lo monstruoso en la ciudad. Esta ponencia es una historia sobre las posibilidades de lo monstruoso y su desarrollo dentro de una ciudad particular, en otras palabras, es la narración del terror en el paso al progreso de una ciudad con rezagos rurales. Pandillas, sádicos, vampiros, traficantes, calaveras y poder, encontraron lugar en los relatos, la imaginación y las teorías de las potencias monstruosas de una ciudad latinoamericana. Lo anterior es y será la posibilidad anómala de los monstruos, posibilidad que sobrevive hasta hoy en la historia de la ciudad, sus producciones artísticas y los ánimos irreversibles del género gótico trópico inaugurado en la ciudad.
De esta manera, el Monstruo de los Mangones es un a invitación a pensar y rebatir lo otro, lo indeterminado y lo anormal como categorías obsoletas o, más bien, adscripciones que no logran abarcar toda la naturaleza monstruosa. Más bien, comprender a los monstruos como producciones propias de la naturaleza. Autores como Deleuze y Guattari (2002), Mark Fisher (2009), Juan Salzano (2009) y Carlos Javier Blanco (2004), permitirán liberar las potencias monstruosas de las cárceles del pensamiento humano, dando lugar a las posibilidades de la anomalidad, las metamorfosis, y las ciudades incompletas.