Esta ponencia tiene como objetivo suscitar el planteamiento de preguntas posibles sobre la sinergia entre mente, cuerpo y emocionalidad en la práctica enfermera, en la plasticidad misma de los significantes y significados frente a la apuesta reflexiva en la diversidad cultural. Ello permitirá dilucidar a través de perspectivas antropológicas, prácticas específicas de ejercicios de alteridad y de encuentro con la otredad, dentro de los complejos marcos de la relación salud/cultura/cuidado.
A lo largo de la historia se ha silenciado al diferente, extraño, ajeno, para generar orden, distinguir lo normal de lo anormal, lo saludable de lo patológico, no sólo en su expresión y oralidad, sino además; se silencian las experiencias, los cuerpos, las memorias, los mundos simbólicos, las profundas significaciones, empequeñeciendo las éticas comunitarias, individualizando, homogeneizando y restringiendo diálogos de saberes en procesos de identificación de síntomas y por consiguiente debilitando y extinguiendo procesos de autoconocimiento y comprensión de los propios cuerpos en sus propios términos.
Surgen cuestiones en contraste con las realidades contemporáneas latinoamericanas al ser contextualizadas desde perspectivas sociopolíticas y bioéticas: ¿Qué tan reconocible y comunicable es la diferencia?, ¿Qué tanto aceptamos la diferencia?, ¿Cómo entendemos y sentimos con los demás?, ¿somos capaces de realizar estos intercambios cuando nuestras representaciones, tanto como la de los demás difieren, son opuestas o muy distantes? Estos cuestionamientos urgentes nos llevarán a comprender más cercanamente la diversidad cultural, lo diferente y el cuidado compasivo y empático de los Otros, caso específico, el cuidado de la salud en la práctica enfermera.
La cultura tiene el poder de ubicarnos en el centro de su mismidad, pero también tiene el poder de ubicarnos en la periferia de lo diferente, de lo normal o lo anormal, ella da los lineamientos enmarcados en prácticas discursivas, determinadas histórica, económica y políticamente, que condicionan nuestras formas de nombrar y ser nombrados, determinan quiénes y cómo somos, quién nombra a quién y cómo es nombrado, desde qué privilegios y desde qué desventajas, como un reflector que ilumina y oscurece individuos, grupos humanos y prácticas. De estas lógicas no podemos desligar a la ciencia y sus disciplinas, la enfermería no está exenta de replicar ciertos lineamientos que han sido parte de, no solo la historia de la ciencia en general, sino de las ciencias de la salud y habrá que tener estas perspectivas presentes si es que queremos aportar desde un pensamiento crítico y reflexivo. Muchas veces heredamos prácticas, discursos, formas de narrar al Otro, exclusivamente dados a luz desde nuestros lugares de enunciación, formas estereotipadas donde hacemos de la diferencia puntos ciegos, sin ser conscientes de aquellos marcos de referencia mucho más amplios que nos da la comprensión de la otredad.