El agua es un elemento central para las comunidades anfibias cuyos modos de vida se desarrollan al borde de los ríos y ciénagas de La Mojana, un delta interior en el Caribe colombiano signado por la pobreza y la desigualdad estructural. Los humedales, que hacen de la región un paisaje exuberante y productivo, también son vectores de enfermedad aguda y crónica. Además de los virus que llegan con las lluvias e inundaciones anuales, exacerbados por la crisis climática, hay un progresivo aumento de nuevas enfermedades, posiblemente asociadas con las descargas difusas y puntuales de sustancias químicas en las cuencas de los ríos que allí desaguan. En La Mojana, la contaminación emanada de los ensamblajes y externalidades negativas de la modernización y el desarrollo capitalista opera como una violencia lenta (Nixon 2001) que se superpone a otros procesos de acumulación y despojo e injusticia socioambiental. La exposición crónica a la toxicidad es una expresión del poder difuso y elusivo que atraviesa las relaciones geográficas y de desarrollo desigual entre las zonas andinas y las tierras bajas. Sin embargo, la escala y la manera sutil y silenciosa en la que esta se imbrica materialmente con los cuerpos y las ecologías (Agard-Jones 2013), hacen que las causas y consecuencias de la contaminación sean ilegibles, difíciles de controlar, desafiar o transformar. Con base en una investigación etnográfica y trabajo colaborativo con diferentes actores locales, esta ponencia indaga por las experiencias de pacientes con Enfermedad Renal Crónica (ERC) y sus itinerarios terapéuticos (Abadía y Oviedo 2009) para procurar salud -desde los remedios caseros hasta las diálisis semanales en centros especializados extralocales-. También examina la respuesta del sistema de salud a un problema de crecientes costos económicos y sociales sobre el que persiste una ignorancia tóxica producto de distintos regímenes de conocimiento, desconocimiento, normalización e ignorancia calculada (Lou 2022).