El embarazo y parto es un proceso difícil de definir a priori. Se trata de un evento que no se manifiesta de un modo univoco en diferentes grupos, ni personas. Es decir, no se resume en una condición homogénea, como podría pensarse desde una perspectiva monolítica biologicista. Las concepciones médicas sobre el cuerpo embarazado o parturiento se basa en órganos sexuales que dejan por fuera dimensiones de la corporalidad de las mujeres que hacen a la experiencia de embarazo y parto como como la timidez que nos da indicios sobre el encuentro interétnico y de género.
Focalizamos en que se trata de un proceso experiencial y situado donde se implica múltiples dimensiones. En este sentido, es necesario recuperar los puntos de vista de las mujeres con relación a sus embarazos y partos, a través de sus voces y prácticas. Cuando les preguntamos a las mujeres sobre sus vivencias de estar embarazadas, les estamos pidiendo que de alguna manera hable sobre sus cuerpos. Pero lejos de ser experiencias individuales, se trata de procesos que se corporizan y experimentan a través de lazos sociales específicos.
A partir del trabajo etnográfico con mujeres mbya en el norte de Misiones permitió abordajes sobre la reproducción, focalizando en experiencias situadas de estas mujeres. Desde aquí, ahondamos en dimensiones emocionales y de aprendizaje del cuerpo como una matriz colectiva, los lazos parentales como aquellos que hacen parte de los cuidados en la vida cotidiana, los acompañamientos en diálogo o contraposición a saberes expertos, las diferencias y desigualdades de género que se expresan en la manera de cuidar a las embarazadas, los elementos no humanos de cuidado que intervienen en las trayectorias, entre otros aspectos.
A través de los distintos aspectos de análisis se pudo concluir que el embarazo y parto es un proceso comunitario, que las experiencias siempre heterogéneas, que la feminidad se va modificando en este espacio contextual (entre sus deseos y posibilidades). Atravesar un embarazo implica siempre creatividad de las mujeres según las posibilidades a su alcance y no formas preestablecidas de comportamiento. En el este espacio geográfico los vínculos interétnicos toman cada vez más relevancia porque son cada vez más cotidianos. Las experiencias de embarazo se van transformando con el intercambio interétnico y la posibilidad de ubicarse en nuevos roles de poder en las comunidades.