En el océano Pacífico, a 700 kilómetros de distancia del continente chileno, en el Archipiélago Juan Fernández e islas Desventuradas, existe un grupo humano que se autodefine como Pueblo y problematiza el abandono del Estado y el valor de su cultura insular, proponiendo mecanismos para su reconocimiento; ejercicio llevado al proceso constitucional, a través de propuesta de norma, y que tras el resultado de rechazo ante el plebiscito de la propuesta de nueva constitución para Chile, eleva la solicitud a través de la vía Parlamentaria, mediante Proyecto de Ley, lo cual logró ser ingresado en septiembre de este año a la Comisión de Zonas Extremas y Territorios Especiales de la Cámara de diputados y diputadas.
el Archipiélago Juan Fernández y Desventuradas, posee una comunidad particular que transita entre cinco islas, las cuales son de las últimas áreas descubiertas por la humanidad (1574), entendida, por tanto, como
un verdadero laboratorio biogeológico único, para comprender y reparar la huella tardía humana, considerando el alto grado de endemismo en flora y fauna (terrestre y marina) y el valor cultural, perpetuado por generaciones, que ha desarrollado una identidad pesquera langostera,
acreedora de una socio-economía ecológica, valorada internacionalmente como la “pesca sustentable de la langosta”
El ejercicio cultural de esta comunidad resulta ser interesante en vista de una data histórica reducida y descrita, por medio de textos históricos, etnográficos, bitácoras, diarios y memorias; pero que al mismo tiempo ha situado lo complejo de su desarrollo social, que se situó en esta insularidad, creando prácticas culturales únicas y en total aislamiento, lo cual desafía a la disciplina antropológica y a la política pública, puesto que es un caso poco comparable a otras realidades; no habiendo ancestralidad en el territorio, pero sí reclamación de originalidad por parte de los isleños e isleñas que manifestamos ser habitantes únicos y permanente de estas islas, en una relación indisoluble entre la comunidad y el terri/maritorio.
Una cultura isleña que se dice protectora de los ecosistemas de sus islas y que además ha otorgado soberanía y valor geopolítico para Chile, pero invisibilizada en las políticas públicas, en las consultas y en la ley; siendo garante de los reconocimientos y derechos que la naturaleza archipielágica ha obtenido; correspondiente a los títulos de Reserva Mundial de la Biosfera, Parque Nacional, Área Marina Costera Protegida de Múltiples Usos y red de Parques Marinos.
Hoy nuestro Pueblo, forjado en autonomía y en armonía con la naturaleza, reclama reconocimiento, como parte inherente de los archipiélagos Juan Fernández y Desventuradas, para poder de esta forma, además de reconocer la identidad cultural; visibilizar, por intermedio de políticas públicas ajustadas; la necesidad de proyectar la protección de las islas y de la Comunidad; sumando a todo ello la importancia de relevar la diversidad cultural del país, considerando a sus islas oceánicas como parte de ese abanico y por tanto un valor para Chile.