En territorios marcados por la necropolítica, donde la política opera como un instrumento perverso que sacrifica comunidades enteras en aras de intereses particulares (Mbembe, 2011), resulta fundamental analizar cómo este fenómeno afecta a niñas y adolescentes que crecen en contextos de violencia crónica. La necropolítica se manifiesta en la discriminación sistémica, la marginalización y la falta de acceso a recursos básicos que sufren comunidades específicas. En este contexto, las niñas y adolescentes son particularmente vulnerables.
La psiquiatrización se convierte en un mecanismo mediante el cual se abordan los problemas de salud mental, etiquetando a estas jóvenes como “trastornadas” o “problemáticas” sin abordar las raíces de su sufrimiento.
La ponencia expone los resultados de una investigación acción participativa con un grupo autodenominado Nosotras sobrevivientes, que vivían en centro de asistencia social privado especializado en adicciones durante el primer semestre de 2023, localizado en la periferia de la zona metropolitana de Guadalajara.
Esta ponencia se enfoca en destacar el impacto de las experiencias adversas en infancia y la psiquiatrización como un dispositivo de privatización del sufrimiento de niñas y adolescentes, resaltando el coste subjetivo de la violencia y la omisión de las causas psíquicas y sociales que subyacen en su sufrimiento.
El coste subjetivo de la violencia en sus vidas se manifiesta en traumas, trastornos de ansiedad, abuso de sustancias, depresión, ideación e intento suicida, expresiones autolesivas y otras condiciones de salud mental. La psiquiatrización tiende a patologizar y medicalizar estas respuestas al estrés y la violencia, en lugar de considerar el contexto social y psicológico en el que se desarrollan.
Los resultados describen territorios hostiles en donde las experiencias adversas en infancia se concatenan e intensifican con el paso del tiempo, resaltando como formas de agencia el consumo de sustancias y otras expresiones de resistencia psiquiatrizadas.