En un espacio temporal cercano al Bicentenario de la República (2010), el estado de Chile, a través de su institucionalidad para la administración de la cultura, se avoca a un trabajo de delimitación identitaria que pone en valor el arribo de la racionalidad moderna a través de la migración europea de fines del siglo XIX y la ocupación de la Araucanía, como hitos fundacionales de las ciudades del sur. Participan en esta labor tanto el sector estatal como el privado, ámbitos que dentro de un modelo neoliberal profundizado como el chileno no operan necesariamente separados. Para lograr el objetivo de representar al país como un ente unificado, la puesta en valor del patrimonio cultural se declara como prioridad en las políticas públicas en cultura entre los años 2005 y 2010, lo cual se refleja en lineamientos de trabajo y el financiamiento de programas y proyectos. Gran parte de esos esfuerzos se concentran en la conservación y difusión de colecciones fotográficas, las que originalmente fueron tomadas por migrantes alemanes en el sur.
En esta ponencia se analiza esta práctica de patrimonialización, entendiéndola como un proceso de establecimiento de valores de orden histórico, cultural y estético de la nación, siguiendo la línea de autorías como Smith (2010, 2020), Kaltmeier y Rufer (2017), García Canclini (2012), entre otros. En este contexto, en Chile se financia una serie de libros de fotografía que recibe la designación de “fotografía patrimonial”, término que comenzó a ser utilizado en el país tras la creación del archivo fotográfico del Museo Histórico Nacional (1978). Los libros de fotografía patrimonial que destacan la obra de los primeros fotógrafos europeos en el territorio del sur de Chile cobran especial importancia, en tanto esas imágenes prestan evidencia al relato del sur de Chile que viajeros y agentes de colonización comenzaban a redactar hace ya más de 100 años. Las fotos, asimismo, son hoy en día utilizadas como fuente para alimentar una “fantasía del otro” (Alvarado 2005) y una nostalgia que re-presentiza imaginarios de fines del siglo XIX, a la vez que oscurece las desigualdades estructurales y el origen de los sectores sociales más privilegiados del sur. Mirando las fotos en el presente y a través de los libros que las compilan, se analizan los mecanismos discursivos y visuales mediante los cuales se crea un relato visual de cariz patrimonial, descubriendo además continuidades en la representación del territorio y la población. Estos mecanismos serían aquellos que otorgan legibilidad a la imagen (Didi-Hubermann 2014), ya sea a través de series de fotos con pretensión narrativa o comparativa y la yuxtaposición entre texto e imagen.