En 2013 se culminó la construcción de la variante de la vía panamericana en su paso por Pasto, una ciudad intermedia ubicada en el suroccidente andino colombiano. Esta infraestructura ha traído repercusiones sobre las vidas de las poblaciones que habitan en los entornos rurales de la ciudad. Así como sobre los barrios populares que se han conformado a través de procesos de autoconstrucción y de colonización popular urbana en las periferias de la ciudad, particularmente desde la década de 1990 con la agudización del conflicto armado interno colombiano. Ligado a este proyecto vial han aparecido intereses asociados a un tipo de urbanización especulativa y neoliberal, junto con la proliferación de infraestructuras logísticas que aprovechan este eje de comunicación y comercio con el sur del continente, el interior de Colombia y el proyecto Eje Intermodal Tumaco-Belém do Pará, entre el pacífico colombiano y el atlántico en el Brasil.
En la ponencia queremos mostrar lo anterior a partir de dos casos en la zona oriental de Pasto, los cuales han sido abordados por el Instituto Andino de Artes Populares (IADAP) de la Universidad de Nariño a través de un ejercicio de investigación interdisciplinar con un fuerte acento antropológico, afincado en el uso de metodologías de tipo participativo y un trabajo etnográfico de largo aliento. El primer caso es el del sector de San Isidro-Cujacal, en donde la construcción de la variante y de un parque logístico desconectó desde hace casi cinco años el agua para riego del cual se abastecían las familias de esta localidad. El segundo caso, se trata de la zona periurbana de la Comuna 10, en donde nuevos proyectos urbanísticos, apalancados por cambios normativos en el ordenamiento territorial del municipio, han alterado los procesos de colonización popular urbana que han caracterizado históricamente este sector de Pasto.
Estos casos evidencian la existencia de una política de planificación urbana definida predominantemente por un enfoque de mercado en la que el uso del suelo se supedita a una percepción de funcionalidad económica para satisfacer intereses particulares (agentes inmobiliarios), donde el Estado y actores empresariales se ven inmersos en redes de complicidad público-privadas. Esto ha conllevado a tensiones en las que organizaciones barriales y comunitarias reivindican el acceso, uso y manejo comunitario del agua, así como procesos populares de ocupación y manejo del espacio. Además de mostrar la superposición de distintos procesos de producción urbana, lo anterior nos muestra que la urbanización debe entenderse más allá de los límites geográficos y administrativos de las ciudades y, en consecuencia, de la dicotomía campo-ciudad.