En 1911, por iniciativa del naturalista Lynch Arribálzaga se fundó en el Territorio Nacional del Chaco, la Reducción indígena de Napalpí, hoy conocida como Colonia Aborigen Chaco. Como parte de una política de pacificación e integración del indígena, fueron asentadas allí numerosas familias de las etnias Toba y Mocoví, quienes se dedicarían a la explotación agrícola y forestal.
El 24 de julio de 1924, durante el gobierno de Fernando Centeno, a cargo del Territorio Nacional, gran parte de esa población indígena fue brutalmente asesinada por fuerzas policiales, gendarmes y colonos de localidades vecinas. Diferentes relatos reconstruyeron lo sucedido ese día y los siguientes, relatos atravesados por intereses económicos, políticos, sociales, racismo y perspectivas académicas.
Casi un siglo después, el Estado Nacional, a través de un juicio por la Memoria y la Verdad reconoció la responsabilidad del Estado en esa masacre, determinó que fue un crimen de lesa humanidad en el contexto de un genocidio de la población indígena local.
Los hechos fueron investigados por periodistas, historiadores, antropólogos, juristas, y sus estudios aportaron fecunda información durante el juicio desarrollado en el año 2022.
La persistencia de la memoria en torno a los hechos de Napalpí a través del relato oral fue fundamental para la posterior organización de las comunidades indígenas en torno al estandarte: Memoria, Verdad y Justicia por la Masacre de Napalpí, sosteniendo siempre ‘‘Fue un genocidio’’.
La participación de los integrantes de la comunidad en la reconstrucción de la historia de la masacre desde sus propias memorias, han resistido al relato oficial. Ejemplo de ello es la recopilación de testimonios de sobrevivientes o descendientes de los mismos, organizados en el libro del historiador indígena Juan Chico ‘‘Las voces de Napalpí’’.
Exponemos en este trabajo, la investigación sobre la historia posterior a la masacre, analizando documentación escrita y testimonial con datos útiles para entender el proceso de reconstrucción que afrontó la Colonia. Proceso que fue de carácter socioeconómico, en el marco de un esquema productivo agrícola del Territorio Nacional del Chaco y de una política pública de silenciamiento de la masacre.
Hoy bajo la denominación de Colonia Aborigen, su población, predominantemente indígena, continúa movilizada por la memoria del genocidio de sus antepasados, pero también hay otras manifestaciones del dolor colectivo que revelan una fuerza étnica con eje en la identidad: manifestaciones artísticas como murales o muestras itinerantes de pinturas, canciones, danzas etc.