El presente trabajo se enmarca en el proyecto de investigación aún en despliegue El cuerpo como expresión de la territorialidad barrial de Flor de Maroñas, aprobado por el ProMEF. Se propone pensar la incidencia que tiene el movimiento en el conocer explorando las dimensiones implicadas desde una ontología relacional que se comprenda en tanto lógica paradojal acerca de cómo existen las cosas (Morton, 2019); se vale de la experiencia en Flor de Maroñas: recorridas, observaciones participantes, talleres e intervenciones.
Entendiendo al movimiento como lo que produce espaciotemporalidades y no se remite a la homogeneización de su recorrido (Deleuze, 2009), se propone pensar que el mismo es quien da lugar al sujeto del conocimiento y no viceversa, lo cual se sostiene a partir de entender que lo que desprende el movimiento son procesos mínimos de individuación (Simondon, 2019).
Por su parte, junto a Tim Ingold (2015) se problematiza la idea de espacio para pensar estos procesos y se convoca a pensar en una cosmoecología (Despret, Mauret, 2016) barrial y su incidencia epistemológica a favor de la recomposición del real simbiótico (Morton, 2019). En este sentido, se comprende el proceso de producción en su dimensión acontecimental, es decir, considerando que conocer, sujeto, y proceso son contemporáneos, y que su efectuación espacio temporal no se resuelve en su actualidad.
Las consecuencias que derivan de lo anterior, implican trabajar sobre el efecto de lo que Timothy Morton (2019) nombra como “Desgarro” y sus efectos en los procesos de subjetivación. A su vez, dichas consecuencias, tienen implicancias sobre el reconocimiento de la necesidad de crear preguntas que pongan las heterogeneidades en común a partir de las diferentes modalidades de existencia que componen la experiencia del movimiento en Flor de Maroñas. En este sentido, se subrayan aperturas a la producción de conocimiento o al quién del conocimiento, a propósito de dar lugar en la estrategia metodológica a seres no humanos e incluso a los considerados seres no vivientes. En este sentido, toma vital relevancia los aportes vinculados a la dimensión expresiva de la materia que permiten relocalizar la dimensión vital de la misma (Bennett, 2022).