A inicios de los años noventa, Colombia experimentó una ruptura. Con la Constitución Política de 1991, el país fue objeto de una serie de cambios de diferente índole, algunos económicos, sociales y políticos, con esto, parece haberse iniciado una normativa que vendría cimentando bases a una apertura neoliberal, la que en su momento encabezó el presidente Cesar Gaviria (1990-1994). Las reformas emprendidas por el gobierno desde Cesar Gaviria hasta Juan Manuel Santos (2010-2018), generaron repercusiones en el ámbito educativo. En cada mandato, se efectuaron modificaciones a las leyes que rigen la educación superior, trayendo consigo indicios sobre una privatización. Aunque no se cumpla en su totalidad, estos cambios invadieron la educación de un sentido de competitividad, tanto en profesores como en estudiantes.
La educación al estar inmersa en las dinámicas propias de la economía, se enfrenta a una serie de condicionantes y ha empleado diferentes términos para justificar un carácter excluyente. Uno de ellos es el concepto de “calidad” en la educación universitaria, desde el cual se ha condicionado la enseñanza, haciendo imposible el aprendizaje integral, desconociendo la individualidad y socava los factores y condiciones finitas de cada sujeto, entre ellas las brechas económicas, las clases sociales y sus formas de ser entendida, además de los privilegios de las dinámicas educativas, pedagógicas, de entornos emocionales, psicológicos que al parecer están modeladas para un sector de la sociedad. En la fragmentación de estas dinámicas se da la pre-condicionalidad del derecho a la educación. Por ello, el término “calidad” no obedece a una educación igualitaria, y equitativa. Imposibilita un estudio crítico, reflexivo y empático. El concepto de “calidad” es transferido como responsabilidad y se torna incongruente con las necesidades del estudiante, pues se da una carrera de la “calidad» con el acceso a la educación y la permanencia, convirtiéndo la educación misma y su sentir en un efecto desigual. Las instituciones educativas se encargan de visibilizar y expandir un alcance, una estadística, que no tomará en cuenta realmente las condiciones subjetivas de los presentes y posibles estudiantes, quienes terminarán percibiendo la educación como un privilegio y un círculo de meritocracias que condicionan el derecho a la educación, como ese escenario repetidor que no se cuestiona sobre las diferencias y aliena (Freire,1971, p.75). Aparentemente la enseñanza universitaria no está orientada hacia personas en situación de vulnerabilidad,y pese a los esfuerzos,el modelo educativo requiere con urgencia reinventarse, reestructurarse y transformarse de raíz.
Analizamos visiones de un sistema neoliberal como proyecto político, así como lo enuncia David Harvey, desde el que parece desearse la producción del estudiante,del educable para algo, completamente alejado de la transformación social,de la emancipación. Estamos frente a un sujeto con hiperacción y abstinente sumiso a la meritocracia,esa que le garantizará mejores oportunidades de supervivencia debajo de una aceptación y satisfacción social de autoridad académica. El uso de este hiperactivo emocional y material en la enseñanza,nos muestra que la educación parece obedecer a un sistema neoliberal, en el que hoy,se encuentra en peligro la democracia,la autonomía universitaria y la buena voluntad.