En este trabajo, reflexionaré acerca de un campo de disputa en el que se tensionan saberes y prácticas entre actores sociales en espacios de administración estatal. Desde esta perspectiva, el “estado” es concebido como un producto simbólico que opera en un entramado de relaciones y prácticas localizadas, que va más allá conjunto de instituciones y políticas de gobierno.
La propuesta se basa en mi trabajo de campo realizado entre 2017 y 2023 con redes vecinales, integrantes del consejo de administración y el equipo de conducción de un Centro Educativo para la Producción Total (CEPT), así como funcionarios estatales y agrupaciones sociales en San Andrés de Giles, provincia de Buenos Aires. En el presente etnográfico de esta población, se condensan una serie de dinámicas territoriales que han tenido lugar desde hace varias décadas, que hoy continúan evidenciando una trama de intereses, desigualdades e incertidumbres que se conjugan en la actual coyuntura.
Tales procesos tienen una historia marcada por experiencias de formación y activismo, especialmente desde lo propuesto en los noventa con el denominado “Programa CEPT”, cuyo atributo de “cogestión” conforma, en cierta medida, la configuración y las posibilidades político-educativas del CEPT en la región.
Describiré las articulaciones y los movimientos a partir de dos puntos de observación de los circuitos entre diversas personas y grupos sociales para abordar demandas y estrategias de presión en torno al debate político que generó una “readecuación” de los diseños curriculares para las escuelas técnicas y agrarias durante el gobierno provincial de María Eugenia Vidal y un proyecto de ordenanza para implementar procesos de producción agroecológicos para el campo.
Las reconstrucciones analíticas exploran la formación de espacios de organización y redes de solidaridad, prácticas militantes de derechos y modos de saber-hacer. Estos elementos movilizaron lecturas y lenguajes en torno a marcaciones como “demandas por educación” y “luchas por el territorio”. Los conocimientos administrativos y técnicos entre quienes “ponen el cuerpo” resultan de un largo recorrido de “patear las puertas” y “ganar por cansancio”
En este sentido, dos categorías nativas se presentaron como claves para pensar el modo en que el espacio estatal era estructurado y significado: “cogestión” y “vecinxs”, que a su vez hacen referencia a un desplazamiento de distintos modos de encarar “lo político” y “lo territorial”. Es decir, ciertas relaciones de afinidad y filiación “dominan” la vida política del espacio social organizado “vecinalmente”, donde la asociación de personas, sobre todo mujeres, busca operativizar reclamos, activar proyectos a nivel local y provincial, y encontrar los canales de solución sabiendo a dónde buscar más allá de “una política bajada”.
Dando cuenta de formas de producción de estatalidad, argumentaré que, si bien no todo lo que pasa por el centro educativo, las mesas de entrada de la oficina municipal o el consejo deliberante es codificado como “cogestión”, este esquema nativo y administrativo permite considerar tanto aspectos formales como maleables y flexibles en la política, lo que revela una trama de articulaciones donde se van construyendo configuraciones y campos de fuerza que hacen “escuela” y hacen “estado”.