Desde diversos territorios y narraciones que se expresan en lo público, niños/niñas/niñes tienden a ser “hablados” por otros, a ser vistos y oídos solo de algunas formas, invisibilizando o negando su capacidad de ser agentes transformadores con capacidad de definir qué juego jugar y no solo opinar sobre sus reglas o productos.
Poder romper con la predominancia a ser vistos de una sola forma y oídos de pocas, requiere generar conocimientos desde las construcciones del ser y hacer cotidiano que les permita a los y las protagonistas contar “historias” que den cuenta de la heterogeneidad, los conflictos, pero también los deseos, los sueños, los proyectos. Esta propuesta requiere tener la convicción de que todos/todas/todes somos seres con capacidad de conocer el mundo y transformarlo, de imaginar y realizar propuestas innovadoras, de ser co-autores y co-constructores cotidianos de las realidades.
Venimos trabajando a través del “mapeo” o “cartografía social”, una propuesta conceptual y metodológica que permite compartir saberes, construir conocimientos, planificar, actuar, transformar, crear. Se trata de una línea de trabajo que tiene como eje la ciudad, niños y niñas. Articula diversos ámbitos, espacios, proyectos, actores
Proponemos espacios de indagación y de encuentro, de diálogo, de intercambio, de producción, de ocupación de la ciudad y los medios, a través de metodologías participativas. En parques, plazas, entornos escolares, la propia escuela como “espacio público”, niños y niñas narran cómo y con quiénes habitan y transitan la ciudad, cuáles son los lugares de sus miedos y los placeres, cuáles son sus necesidades y deseos, marcan los conflictos y disputas. Trabajamos con distintos lenguajes y medios, tomando el mapeo como herramienta y como estructurador.
Buscamos aportar a la construcción social de nuevos territorios que incluyan miradas, narraciones, saberes, inquietudes, propuestas, de niños y niñas. Como universidad pública, nos planteamos un proceso permanente de creación de conocimientos que requiere que los y las participantes sean activos y activas, lo que habilita la autodeterminación y apunta a una visión crítica, haciendo explícita la naturaleza política de toda producción de conocimientos.