El museo etnográfico del Banco de la República alberga una colección de más de ciento cincuenta piezas que dan cuenta de las dinámicas socioculturales que los pueblos amazónicos mantienen con el territorio que habitan. Desde su creación, este espacio ha sido escenario de
encuentro y diálogo entre jóvenes, líderes, mujeres, abuelos, abuelas -que han migrado de su territorio de origen hacia la capital del departamento. Teniendo en cuenta este panorama, la colección ha permitido al visitante reconocer y reflexionar en torno a los cambios y continuidades de las prácticas tradicionales del pueblo Magütá, de la gente de centro y de la gente del yuruparí, poblaciones indígenas que hoy habitan el departamento de Amazonas, en Colombia, quienes relatan sus vivencias, en torno al uso y los significados de máscaras,
herramientas de pesca y cacería, vestidos ceremoniales, utensilios para la preparación de alimentos, entre otros, a través de las actividades educativas permanentes, que se ofrece al público dentro y por fuera del museo.
Salir de las instalaciones ha permitido entender la potente relación que se teje entre el museo y su entorno. En un territorio que ha sido abandonado históricamente por el estado colombiano, el vínculo entre la comunidad y este espacio museal se ha fortalecido y construido con diversidad de públicos -adultos mayores, estudiantes de instituciones educativas, madres gestantes y lactantes, población infantil y juvenil perteneciente a comunidades indígenas- posibilitando experiencias significativas para dialogar y reflexionar sobre las múltiples realidades de la ciudadanía.
En esta oportunidad, quiero presentar la propuesta expositiva “Las plantas a través de la palabra”, compuesta por una serie de yanchamas (fibra vegetal), fotografías, e historias escritas que tiene como objetivo conservar, divulgar y documentar los saberes culturales asociados al uso, las historias de origen y las experiencias cotidianas que niños y jóvenes construyen con las plantas, el cual es el resultado de un proceso creativo construido genuinamente en la comunidad magütá de San Pedro de los Lagos, que articula la tradición oral, la escritura creativa, la ilustración con tintes naturales y el registro visual.
Ubicada a nueve kilómetros del área rural del municipio de Leticia, caminamos entre la selva y la chagra, navegamos en bote sobre lagos y quebradas, y nos sumergimos en la memoria individual y colectiva de quienes milenariamente se han relacionado y comunicado armónicamente con los seres visibles y no visibles que habitan este territorio, generando reflexiones en torno a la importancia de conservar el bosque amazónico, sus saberes y posibilitando espacios de intercambio intergeneracional de conocimientos fuera del espacio
museal.
Cada sesión estuvo acompañada de juegos con los cuales incitamos el diálogo y la creación, a través de actividades de exploración multisensorial combinadas con lectura en voz alta, y recorridos en diferentes lugares de la comunidad. Posteriormente, la sabedora Nallive Parente
nos conducía en las narraciones sobre el umarí, el huito, la uva caimarona, el asaí, la yuca, el caimo, la piña, el sachaajo, el achiote, la yanchama, la ceiba, plantas que se utilizan con fines medicinales, además, son parte de su dieta alimentaria.