Dentro de los muros del mundo de los cautivos, la violencia se erige en un vector estructurante de la experiencia, instituyendo climáticas disruptivas donde el miedo permea como un principio regulador de las relaciones sociales (Chauvenet, 2005). En sintonía con la hermenéutica microsociológica inaugurada por los estudios de Sykes (1957) sobre lo prisional, si bien a nivel manifiesto existe un lenguaje atravesado por fines correccionales y socioeducativos, la configuración de un orden cotidiano estable demarcado por una disminución de la potencial conflictividad emerge como el principal núcleo de expectativas recíproas para los habitantes de estos microcosmos. En efecto, los contextos de las prisiones se constituyen en escenarios atravesados por diversas fuentes de violencia material y simbólica, instituyendo un marco existencial tensionante, donde el mundo de la vida cotidiana se dirime de forma ansiógena.
Dentro de estos escenarios atravesados por una sensación omnipresente de riesgo y anclados dentro de un perímetro semántico de incertidumbre, tanto presos como trabajadores configuran esquemas de regulación explícitos e implícitos, en función de complejos procesos de negociación interactivos donde los códigos y símbolos estructurantes del orden son definiciones relacionales, situacionales y contingentes. Así pues, sobre un trasfondo cotidiano magmático donde los significados emergen dentro de un entramado representacional complejo, las definiciones del mundo de la vida están atravesadas por vectores turbulentos, donde las categorías organizadoras generadoras de entendimiento colectivo están sujetas a un juego de influencias constante.
Dicho esto, el Instituto Nacional de Inclusión Social Adolescente (INISA), que es el organismo del Estado uruguayo encargado de gestionar la privación de libertad de los adolescentes, ha estado marcado por diversas inestabilidades. Tanto desde una matriz inflacionaria de la pena producto de las inercias de un populismo penal legislativo, como desde problemáticas organizacionales localizadas dentro del ámbito político-administrativo que ha signado a la institución en un clima de reforma permanente, el INISA ha estado anquilosado dentro de un trasfondo confusional y ambivalente, generando complejidades en la producción de gobernanza práctica de sus cotidianos y una disrupción de sus reglas de juego internas.
Dentro de este marco, ¿Cuáles son las representaciones y significaciones que funcionan como organizadores del orden de los cotidianos del INISA? ¿Cuál es el peso de la dimensión implícita de los procesos de regulación en la estructuración de los cotidianos? ¿Cómo operan los actores dentro de un trasfondo donde las reglas de juego son cambiantes? ¿Cómo opera el miedo en la composición de la toma de decisiones?
Desde una estrategia cualitativa abierta y flexible, atravesada por un enfoque teórico-epistemológico fenomenológico, esta ponencia se inscribe dentro de un proyecto de Doctorado en Sociología (FCS, UdelaR), que tiene como principal objetivo construir un marco interpretativo que permita describir el entramado de representaciones y significaciones intersubjetivos configurados por los adolescentes y los trabajadores, que operan como reguladores y organizadores del orden cotidiano de los centros de privación de libertad del INISA. Así pues, esta ponencia busca presentar el campo de problemáticas que signa al proyecto doctoral, además de algunas hipótesis explicativas, a los efectos de intercambiar sobre estos aspectos.