Presentamos un diálogo entre los resultados de dos experiencias etnográficas. Una de ellas en ceremonias de gong, y la otra en espacios de danza contemporánea experimental. Ambos trabajos fueron desarrollados en Uruguay y desde una perspectiva enactiva. Partimos del paradigma fenomenológico del embodiment y la propuesta ecológica de ambientes para la vida. Según las cuales la corporeidad no es plausible de ser estudiada a modo de objeto, sino que es una existencia siempre en proceso e incompleta, pero constitutiva de la cultura. Podemos acceder a ella en el campo mediante el hacer, la práctica y la experiencia.
Por una parte, en la etnografía sonora realizada en ceremonias de gong, se abordaron formas de entender el entorno a través de la escucha y el sonido. Específicamente, las experiencias intersubjetivas de vínculo con vibraciones, energía y entidades no humanas, y sus efectos en el marco de una búsqueda espiritual y de desarrollo personal. Resulta relevante la idea de resonancia, según la cual un cuerpo vibratorio pasivo responde a vibraciones externas con las que tiene una semejanza armónica. Al considerar que todo en el universo se encuentra en estado vibratorio, distintas dimensiones del ser vibran en frecuencias determinadas que a través de resonar en un cierto campo sonoro pueden afinarse y experimentar cambios. Esto abre en las/los participantes la posibilidad de distintos tipos de intercambio entre cuerpos, objetos y energías que habitan un mismo campo vibratorio. Por otra parte, en la etnografía llevada adelante en y desde las prácticas de danza contemporánea, se han estudiado ciertas técnicas corporales y propuestas experimentales que privilegian determinados modos somáticos de atención. Estos, a su vez, generan experiencias propioceptivas antes desconocidas para sus practicantes. En dichos casos, la percepción habitual se ve dislocada, lo que repercute en variados niveles. A saber: experiencias de comunalidad al momento de bailar; shocks afectivos momentáneos; e incluso reconfiguraciones en las trayectorias de vida más amplias de las practicantes.
Recurrimos a la idea de un cuerpo siempre en movimiento; un ser-en-el-mundo que es quinestésico, y que se percibe a sí mismo y al entorno o red en un mismo acto. Específicamente, un cuerpo vibrátil, cuya posibilidad de percepción y de agencia están dadas por el constante flujo generado entre movilidad e inmovilidad. Analizamos la situacionalidad de ambos campos entre las clases medias y medias altas del Cono Sur de de América Latina, y ciertas características interseccionales de edad y género. Profundizamos en los puntos de contacto entre la idea de vibraciones como movimiento corporal; y su relación con las experiencias intersubjetivas en torno a la energía y a las formas de diálogo no verbal. Poner en relación ambas experiencias ha sido útil para comprender de qué posibles modos sonido, vibración, cuerpo e historia se funden en un fluir político cultural con posibilidades de afección de las subjetividades y o modificación de los devenires en entornos corporizadamente compartidos. Todo ello en un ambiente indisociable de cuerpos, sentidos y emociones. Así como de una diferenciación infructuosa entre tecnologías somáticas y extrasomáticas.