Dentro de los múltiples escenarios que convergen en el mundo laboral colombiano, el
minero es quizá uno de los que más riqueza social y cultural presenta, de un lado por la
diversidad de origen de sus trabajadores, y de otro, por ser un trabajo que se ejerce en su
mayoría en zonas rurales. Este es justamente el caso de Guachetá, un pueblo minero carbonífero de Colombia vinculado desde los años 1960 hasta el presente, con extensos procesos de transformación laboral, social y territorial. Un pueblo que recibe una enorme
población flotante de mineros de diversas regiones del país, y que ha vivido un
proceso de transformación paulatina del territorio y de la población, desde el universo
agrícola hacia la ocupación minera. Proceso que ha dejado una complejidad identitaria que navega entre el ser minero, ser campesino y ser obrero. Así, la presente ponencia analiza las transformaciones, rupturas y continuidades sociales, laborales y culturales que dejó el tránsito de un escenario agrícola a un escenario minero. Transición que implicó la consolidación de nuevas dinámicas identitarias, nuevas lógicas de socialización y de apropiación territorial ligadas a la vida de la mina, sus rutinas y la mirada que se porta sobre ella, desde el sacrificio, la obligatoriedad, el destino, la herencia o la vida moderna.
La mina empieza constituirse entonces como el lugar habitual de trabajo y como el casi único escenario económico local y regional, lo cual marca, desde hace casi un siglo, la cotidianidad de los pobladores de esta región quienes estructuran su vida alrededor del trabajo minero. Las minas de Guachetá han visto desfilar por sus galerías y sus túneles, casi tres generaciones de trabajadores, pluralidades culturales, nuevas lógicas frente al trabajo con la tierra y la mano de obra, lo que podríamos asociar a una metamorfosis en la territorialidad. A lo largo de la investigación el trabajo de campo tuvo un lugar protagónico, desde la observación e inmersión en el mundo de la mina, pasando por las experiencias de pobladores y trabajadores mineros, sus disimiles subjetividades, sus representaciones sobre el trabajo, así como la convergencia de las diferentes formas identitarias que allí se crean, recrean y encuentran a la luz de una narrativa etnográfica de la vida minera local.