El presente trabajo se desprende la tesis doctoral en Antropología Social, denominada Trayectorias migratorias forzosas contemporáneas de personas provenientes de África Occidental hacia el sur de Italia, a través de la Ruta del Mediterráneo Central (2015-2020). Una indagación antropológica”, realizada en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, entre los años 2017 y 2021, y hace referencia a la metodología adoptada para abordar el problema de estudio en los territorios donde se despliega la ruta del Mediterráneo Central, desde una mirada marcada por el diálogo entre disciplinas, la reflexividad y el análisis de las narrativas de lxs migrantes que atraviesan dicha ruta, las cuales resultan cruciales para exponer esbozos en torno a la propuesta de una antropología on the route.
Las reflexiones surgen a partir de dos instancias de trabajo de campo: la primera en septiembre de 2018, en la isla de Sicilia (Italia), con estadía previa en Bologna; la segunda en febrero y marzo de 2020, en Dakar (Senegal), Bamako (Malí) y Niamey y Agadez (Níger). A Libia, otros de los contextos intervinientes en el tema planteado, no resultó conveniente ir, pero igualmente pude acceder a las experiencias vividas allí a través de relatos de migrantes entrevistados y de las voces de personas que colaboran con ONGs de y para migrantes.
Realizar una investigación sobre migraciones forzosas en contextos multisituados, en diversos continentes, requiere un abordaje multiterritorial a partir de establecer las interconexiones y conflictos de territorialidades en disputa que se han producido, y aún continúan produciéndose, en el sistema mundo global, que ya no se divide entre el Este y el Oeste, sino que está signado por el Norte y el Sur. O mejor, el Norte global y el Sur global
El poder, la alteridad, las prácticas, las violencias se hallan moldeados bajo ese entrecruzamiento a la vez que reconfiguran permanentemente las relaciones entre lo que estoy definiendo como Norte global y Sur global. Nombres como Lampedusa, Sicilia, Malta, Libia, Mar Mediterráneo, Desierto de Sahara, Níger, Malí y un largo etcétera conforman una “geografía de la crisis”, caracterizada por una mayor militarización de los controles migratorios, la proliferación de campos de detención de migrantes, la externalización de las fronteras, la resistencia organizada de lxs migrantes, prácticas y discursos racistas, respuestas a esos discursos y esas prácticas y por los numerosos y cada vez más entrelazados procesos de acumulación por desposesión en gran parte del territorio.