Violines Caucanos es el nombre de una manifestación musical que se ha considerado un saber “ancestral”, representativo de la etnicidad del pueblo negro del suroccidente colombiano, relacionado con prácticas afrocatólicas y en proceso de revitalización con la multiplicación de grupos musicales, festivales y otros, en el marco de un multiculturalismo neoliberal. La práctica de tocar el violín junto a voces, percusión y cuerdas rasguedas por personas negras se ha registrado desde la Colonia, aunque la designación de “violines caucanos” surge hace menos de una década en el marco de un festival de músicas afrocolombianas de impacto mediático. Un ejemplo de ello, es que en ese contexto reciente se crea el “violín ancestral”, un artefacto remodelado para emitir la mejor sonoridad posible, aunque basado en materiales del entorno, como la guadua, que representa cómo se tocaba el violín en el pasado, y que es vendido a personas externas, aunque la mayoría de intérpretes locales prefieran el violín convencional. El apelo a la ancestralidad de las músicas de violines resalta la lucha del pueblo negro por su pervivencia en una territorialidad, y al mismo tiempo, evidencia un proyecto de futuro para el mismo, una futuridad, como se ha resaltado para otras prácticas colectivas negras en la región. Sugiero que tal indivisible ancestralidad y futuridad son articuladas a partir de lo que he denominado “alianzas sónicas”, con las que la gente negra ha buscado a lo largo de su historia fortalecer su colectividad y saberes asociándose con otros actores, humanos y no humanos mediante prácticas sónicas. Ahora bien, las alianzas sónicas que tejen los violines caucanos enfrentan desafios y tensiones en el escenario actual. De un lado, se ven presionados a sostener el imaginário de una alteridad afrocolombiana ancestral y tradicional, aunque se hayan implementado nuevas tecnologias y saberes en sus músicas y violines. De otro lado, es a partir de tales cambios y alianzas sónicas que la futuridad parece un proyecto plausible. Esta ponencia se deriva de la etnografía de una tesis doctoral en el área de Etnomusicología defendida en 2020, y alimentada con reflexiones posteriores.