En este trabajo, sistematizo y presento los resultados de una investigación sobre la actuación, durante el gobierno de Jair Bolsonaro (2019-2022), de colectivos formados por hinchas de izquierda del llamado “Trío de Hierro” de la ciudad de San Pablo, es decir, de sus tres clubes más populares: Corinthians, São Paulo y Palmeiras. Más concretamente, analizo las características, el perfil, el imaginario, las acciones y las implicaciones teóricas y políticas de las luchas de tres de estos colectivos, a saber: Coletivo Democracia Corinthiana, Bloco Tricolor Antifa y Porcomunas. Este análisis se basó en entrevistas individuales y grupales con sus miembros, cuestionarios respondidos por ellos, observaciones en protestas, marchas y otras manifestaciones callejeras en las que participaron, y material extraído de sus redes sociales digitales. Entre otras cosas, sustento que estos colectivos difieren en aspectos importantes de las torcidas organizadas (hinchadas organizadas), como sus objetivos y modos de operación, y que sus integrantes, en general, son hombres, blancos, se declaran marxistas, militan en partidos políticos y son muy activos en manifestaciones callejeras. Además, suelen organizar acciones dirigidas a personas en situación de vulnerabilidad social y organizan una serie de proyectos de concienciación política, como talleres, debates y proyecciones de películas. También sustento que, en el contexto estudiado, diferentes explicaciones teóricas del fascismo son combinadas y articuladas, conformando un imaginario polifacético y plural sobre el tema. Desde el punto de vista teórico, la investigación sobre tales colectivos desafía la tesis de que el fútbol es una variante del “opio del pueblo”, que tiene tres supuestos interdependientes: 1) que el fútbol desvía la atención de los dominados de los procesos y relaciones que los subyugan; 2) que construye, en los planos simbólico y afectivo, una forma de unidad que interconectaría a dominantes y dominados en una identidad colectiva, y 3) que segmenta a los dominados convirtiéndolos en hinchas rivales. En el mencionado contexto, el fútbol no puede considerarse una actividad capaz de ocultar las relaciones de dominación, porque, si lo fuera, ni siquiera sería posible explicar el surgimiento de tales colectivos. Tampoco puede considerarse una actividad capaz de interconectar a dominantes y dominados, ya que estos colectivos son muy críticos con la estructura de poder de la sociedad, implicándose en la lucha contra diferentes formas de dominación. Además, no se puede decir que sea una actividad capaz de segmentar a los grupos disidentes, ya que el clubismo no es, en él, un elemento desestabilizador que produzca obstáculos insuperables para la articulación de acciones conjuntas entre hinchas de clubes rivales y la constitución de redes de apoyo mutuo. En verdad, en tal contexto, el fútbol opera como una poderosa fuerza integradora, que contribuye a romper el aislamiento de hinchas-activistas, fortaleciendo su lucha política.