En la siguiente presentación propongo reflexionar sobre quiénes son los sujetos que acuden a un dispositivo penal en el conurbano bonaerense, y cuáles son las prácticas de intervención que se realizan desde dicho dispositivo para esos sujetos.
Estas reflexiones forman parte de un análisis más amplio que me encuentro realizando para elaborar la tesis de maestría en Antropología Social; y que tiene como eje de investigación los procesos de intervención social sobre adolescentes infractores, o presuntos infractores, de la ley penal en iniciativas estatales que se proponen alternativas a la privación de la libertad. Allí, analizo desde una perspectiva de corte histórica-etnográfica, los dispositivos que, influidos por el enfoque de derechos del niño, orientan su accionar en un paradigma de intervención socio educativo y comunitario, que apela a la construcción de un proyecto de vida y un ejercicio de ciudadanía responsable.
En esta oportunidad reflexionaré sobre quiénes son los jóvenes que asisten a estos espacios, y cómo muchas veces se vislumbra en ellos lo que según Hall (2010), es la frontera simbólica de lo aceptable socialmente. Por otro lado, indagaré en cómo se articulan esas nociones en las intervenciones que se realizan en estos espacios, y cómo las mismas ponen en juego (en determinadas oportunidades) las concepciones de estereotipos y discriminación.
Así, buscamos analizar estas nociones a la luz de las propuestas que muestran que existe una selectividad del poder punitivo que castiga y discrimina a los considerados grupos productores de riesgo, estigmatizados por su clase social, grupo etario y su procedencia territorial. Y, a su vez, como el sistema penal latinoamericano, se encuentra atravesado por prácticas racistas (Zaffaroni, 1991) como parte de una historia de dominación colonial (Segato, 2013).
Finalmente, inquiriré en las denominadas prácticas de representación estereotipantes, entendiendo que en el modo en que se llevan adelante las intervenciones se ponen en juego las maneras en que se representa al “otro”, generando diversas formas de intervenir, y transmitiendo subrepticiamente concepciones estereotipadas sobre lo que es ser un buen ciudadano.