En la presente ponencia, relato la celebración de la Cruz de Mayo, que reúne año tras año a las y los afrochilenos del valle de Azapa; una festividad sincrética con particularidades propias, que responde a la interrelación de variadas culturas y procesos históricos de la región de Arica y Parinacota, y se posiciona como una de las prácticas religiosas de mayor participación dentro de las comunidades afro. En primer lugar, describo narraciones extendidas de mis registros antropológicos desde mi primer viaje a la zona en el año 2014; experiencias sensoriales que poseen diferentes sonidos, olores y sentires. En segundo, indago en la reflexividad y en el “dejarse afectar” de Favret-Saada, para discutir nuestros roles como investigadores en estos procesos, específicamente en mi devenir como madre y mi relación con la fiesta. Estas alternativas descriptivas y textuales, se presentan como propuestas para ser aplicadas en etnografías con prácticas religiosas y/o de experiencias extraordinarias.