Si bien la comida ha sido objeto turístico, especialmente desde la modalidad del turismo gastronómico, a ellos se sumó la valorización desde el campo patrimonial, en particular desde la década de 2010 con la inclusión de las cocinas mexicana y francesa a la lista del patrimonio inmaterial mundial de la UNESCO. Este maridaje turístico-patrimonial alimentario y gastronómico se ha extendido a una serie de políticas públicas en los diversos países que componen América Latina. Así, las cocinas -populares, ancestrales, tradicionales- se encuentran en auge en todo el mundo. Desde recetarios de platos tradicionales que antes sólo eran transmitidos de manera intrafamiliar, hasta cocineros famosos que recorren el mundo llegando hasta los lugares más recónditos donde se preparan comidas ancestrales, la valorización de saberes los domésticos propios de la cocina plebeya son resaltados por organismos estatales, agentes privados y por sus propios protagonistas como una nueva forma de iluminar las identidades locales de cara al turismo.
En este marco, nos interesa focalizar en el rol de las cocineras tanto en los ámbitos urbanos como rurales a partir de ciertos casos que venimos indagando en Argentina. Sin caer en dicotomías, nos interesa comprar e identificar puntos en común, de tensión y sus diferencias; en cómo se está dando esta valorización de las cocineras desde las políticas públicas. En los ámbitos urbanos observamos, por ejemplo, que el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires viene desarrollando estrategias en barrios populares de valorización de cocineras y cocinas migrantes como producto exótico de consumo para residentes y turistas. Mientras que a nivel nacional encontramos una serie de programas que promueven a las cocineras y sus cocinas como sujetas y productos infaltables de la oferta turística, con el “agregado de valor” de sus saberes ancestrales y tradicionales para elaborar los alimentos “típicos”, al tiempo que también se comienza a valorar su labor específico en el entramado social de sus entornos.
Ante lo expuesto, en esta ponencia nos interesa indagar cómo está siendo valorado, y en qué términos, el lugar social y el trabajo de estas mujeres cocineras. Esta investigación, de corte exploratorio, propone reflexionar sobre la valorización cultural de cocinas y cocineras populares en tensión con los procesos de mercantilización y su utilización estratégica como ventana de oportunidad para el acceso a derechos.