Con la siguiente ponencia propongo explorar el uso del lenguaje artístico como soporte y disparador en la elaboración de procesos de singularización en contextos de institucionalización psiquiátrica, es decir, de “relatos otros”.
El arte es, según Rolnik, “una práctica de problematización (desciframiento de signos y producción de sentido), una práctica de interferencia directa en el mundo” (2006, 3) o como dice Ranciere, una forma potencial de ruptura de lo ordinario y, por tanto, una forma de constituir un espacio-tiempo inéditos (2011).
Los “relatos otros” son una categoría analítica surgida durante la etnografía para describir aquellos relatos que, desplazándose entre diferentes recursos narrativos y sustratos, resisten a los embates de la institucionalización, y constituyen en sí mismos procesos de singularización. Estos relatos se valen de la oralidad, del uso de recursos corporales y recursos artísticos, de estructuras narrativas no lineales, y de repertorios socio-culturales y de experiencia vivida, que anhelan un pasado, un presente y un futuro diferentes.
El debate parte de la participación de una de las protagonistas de la etnografía en el “Taller de Títeres y relatos de vida” – propuesto en el marco de la institución y como contexto etnográfico principal de la tesis “Títeres y relatos de vida: exploraciones metodológicas en un hospital psiquiátrico de Quito”-, su proceso creativo, la selección y uso de lenguajes artísticos y los recursos histórico-culturales puestos en juego a la hora de crear su títere.
Para el análisis de los “relatos otros” de Marcia y sus procesos de singularización me sirvo de las propuestas de Deleuze, Guattari, Rolnik y Butler sobre el deseo, los relatos, la estética y los procesos de singularización y subjetivización; por su parte, Ranciére y Jelin, acompañan el debate con sus aportes sobre la construcción de la memoria y los testimonios como acto constitutivo del sujeto en relación a otros; y Fanon y Vera Vega para interpretar los trazos histórico-sociales del relato.
El arte y la construcción libre de relatos se posicionaron como potenciadores del sentido transformacional de la antropología y su recurso etnográfico, poniendo a disposición procesos creativos de singularización en un contexto de escucha atenta, lúdico y de cuidado, que pretendía apartarse de la lógica manicomial.