Ponencia

El culto a la santa muerte en una ciudad fronteriza de Baja California

Parte del Simposio:

SP.39: Etnografías de la/en la vida urbana: territorios, espacios públicos y vulnerabilidades sociales

Ponentes

CLAUDIA SALINAS BOLDO

UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE BAJA CALIFORNIA

La Santa Muerte es la santa de los pobres, entendiendo la pobreza como una carencia no solo de recursos económicos sino también de oportunidades, de visibilización, de reconocimiento y de poder. En la ciudad de Mexicali, el culto a la Santa Muerte, originario del centro del país, es sincrético, pues se nutre de elementos pertenecientes a la religión católica y las religiones africanas. Asimismo, se manifiesta en espacios como tiendas esotéricas, tiendas botánicas, en un altar a un costado de la carretera y en la música popular. Este culto ha crecido en la frontera noroeste del país, a pesar de los prejuicios que lo vinculan con el narcotráfico y otras actividades ilegales. En Mexicali, los fieles de la “Niña blanca” piden protección, justicia, salud y prosperidad económica. Le dedican oraciones, ofrendas y canciones. Le encienden veladoras, le hacen promesas, la adoran en los espacios privados y públicos, físicos y virtuales. Con su práctica y su fe, los fieles a la santa construyen una espiritualidad disidente, desde la cual resisten al rechazo de una sociedad vertical, desigual y excluyente, que proyecta en el culto a la santa muerte, el rechazo a ese “otro” al que consideran inferior, indeseable y peligroso.

Este trabajo es totalmente etnográfico, y está construido desde elementos tanto narrativos como visuales. Desde esta metodología, da cuenta de un culto que se construye en lo marginal.
Hemos aprendido a rechazar al que vive en carencia y esa es la razón principal del estigma negativo que acompaña a este culto.
En ciudades atravesadas por la desigualdad, la administración arbitraria de recursos no es suficiente para mantener la diferencia. Para esto es necesaria la falta de solidaridad e interés por la situación vital de ese otro a quien consideramos responsable de su suerte por contar con una esencia calificada como menos competitiva o adecuada que la nuestra.
Ese fervor entendido como pagano, es el medio a través del cual se canalizan las frustraciones, se renuevan las esperanzas y se tolera mejor una vida que se ubica al límite de lo tolerable y lo justo. Es la forma de mantenerse cuerdo y seguro, en una sociedad que nos impele justo a lo contrario, de manera arbitraria y constante. Vale la pena preguntarnos entonces ¿En qué formas se construye nuestra vida que para darle un sentido necesitamos recurrir a la muerte?