En la ponencia reflexionamos, a partir de la experiencia de investigación y extensión universitaria, sobre la interrelación entre comunidades, territorios y patrimonios en dos áreas naturales protegidas de Uruguay: el Parque Natural Cabo Polonio y el Paisaje Protegido Laguna de Rocha. Estas dos áreas se localizan sobre la costa atlántica en el este del país, en un espacio en que el desarrollo inmobiliario y el turismo ha ido en aumento año a año. Las actividades desarrolladas consistieron en prospecciones, catalogación e inventario, relevamiento de colecciones de materiales de interés arqueológico, entrevistas, mapeamientos colaborativos, talleres y etnografías. De acuerdo a su planificación, en ambos casos, el componente paisaje cultural -integrado por las dimensiones tangible, viva, sensitiva y estética-, se identifica como valor de interés a conservar. Por otra parte, en las áreas se evidencia un paulatino proceso de gentrificación con desplazamiento de las poblaciones locales (aumento de precios de terrenos y de alquileres temporales, venta y construcción ilegal) que, bajo la mirada de las instituciones gubernamentales, contradicen los propios objetivos de conservación propuestos y aprobados en los planes de manejo previstos por la ley No. 17234. En este panorama, algunas apropiaciones privadas de materiales de interés arqueológico por parte de pobladores locales, se configuran como formas de reclamación de estos territorios que se entrecruzan con las propias lógicas del capital y extractivismos científicos que están interviniendo en estos procesos de exclusión. Un ejemplo de esto es una sincera manifestación de preocupación por actividades de extracción, robo, tráfico y disociación de materiales. En cuanto los patrimonios vivos, se destacan la identificación y valoración de elementos que permiten reconocer múltiples conexiones, prácticas y saberes producto del habitar y el vínculo de las comunidades con el territorio. Es el caso por ejemplo de la pesca artesanal, actividad socioeconómica que está presente en ambas áreas y que involucra a un gran número de habitantes. A la vez se trata de una actividad que históricamente se ha caracterizado por un cúmulo de experiencias prácticas y un quehacer transmitido de generación en generación. Las transformaciones, presiones y dinámicas socioterritoriales conllevan a la necesidad de que estas comunidades adapten de forma continua sus conocimientos y prácticas, que desarrollen estrategias para la preservación de los patrimonios así como para mantener sus modos de vida y subsistencia.