Ponencia

El alojamiento escolar como política educativa: regulaciones, prácticas y sentidos en torno al tiempo

Parte del Simposio:

SP.57: Procesos educativos en ámbitos escolares, familiares y comunitarios: continuidades y transformaciones

Ponentes

Ana Guadalupe Montenegro

IDEVEA

Junto a la arquitectura, el calendario escolar es una de las coordenadas que ha enmarcado la producción de la infancia como categoría moderna, como un ciclo de la vida preservado en un espacio específico y segregado de los adultos. Estas determinaciones temporales no son decisiones técnicas de carácter neutro; el orden asignado a las actividades, las duraciones relativas y las pausas son aspectos que expresan determinadas valoraciones sociales, dan forma a la experiencia escolar y actúan como mecanismos de regulación de la sociabilidad de niños y niñas.
Las políticas de alojamiento escolar evidencian el carácter social de estas construcciones al tensionar los criterios de organización temporal que han sedimentado en las escuelas de manera hegemónica. En lugar de la alternancia diaria entre escuela y residencias familiares, las escuelas albergues prolongan la residencia de los y las estudiantes en sus instalaciones, lo que implica la resolución de actividades de carácter tanto doméstico como pedagógico. Estas actividades se organizan y distribuyen dando lugar a dinámicas y ritmos particulares, que son significados por los sujetos involucrados.
A partir del trabajo de campo realizado en escuelas albergue del sur de la provincia de Mendoza, he podido reconstruir que el periodo de alojamiento en la escuela ha variado significativamente en distintos momentos de la historia regional, y que constituye una referencia ineludible en las experiencias de quienes han transitado y transitan estas instituciones. Su variación se vincula con las características de las localidades, los sentidos de época que expresan las políticas educativas y las prácticas locales. Los periodos de alojamiento, inicialmente más extensos, han tendido a reducirse, estableciendo modalidades que permiten un retorno regular a los hogares, bajo la premisa de proteger el vínculo familiar.
Esta reducción en el lapso de alojamiento establecido en las políticas, en la práctica cotidiana ha implicado la intensificación del ritmo diario en que se desarrollan las actividades. Se ha prolongado el tiempo que cada día se destina al desarrollo de actividades pedagógicas, subordinando otro tipo de actividades como las destinadas al juego, la sociabilidad y la recreación. Estas decisiones no se encuentran exentas de tensiones, en tanto distintos actores divergen en los sentidos adjudicados a la escolaridad y la niñez. De esta manera, la alternancia escuela-residencia familiar y el ritmo cotidiano constituyen dos aspectos de la experiencia de alojamiento en la que se tensionan sentidos sobre los procesos de aprendizaje, el lugar del juego y el tiempo libre en la vida cotidiana de niños y niñas, así como la prioridad de la familia y la escuela en los procesos educativos y las oportunidades que las escuelas rurales deberían ofrecer a sus estudiantes.