Para los pueblos indígenas de Oaxaca, estado del sureste mexicano, el territorio es un espacio vital que permite la existencia, tanto en su dimensión biológica como cultural. A su vez, el territorio es construido y apropiado de forma diferencial en donde se concretizan relaciones de poder, convirtiéndolo en un espacio de disputa política, económica y simbólica. Ante el avance del extractivismo en esta región surgen una variedad de experiencias de organización comunitaria para defender los territorios. Las agendas políticas y de luchas se trazan desde lo propio, retomando formas comunitarias basadas en la cultura y la tradición, en términos generales, la defensa se entreteje desde la comunalidad. La comunalidad, propuesta de forma de vida y de pensamiento se basa principalmente en cuatro elementos centrales: 1) el territorio comunal, 2) el poder comunal, 3) el trabajo comunal (tequio) y 4) la fiesta comunal, entre otros aspectos como tecnologías, prácticas y conocimientos que resultan de la experiencia comunitaria. Asimismo, en la construcción y defensa del territorio se evoca a la historia local y las luchas del pasado, elementos convertidos en referente de unidad, porque al identificar ese pasado común les permite visualizar ese futuro común. Las luchas locales recuperan y se sustentan en la organización comunitaria que tiene como eje fundamental la colectividad, bajo esta premisa transcienden a otros niveles de articulación y movilización regional.
En este sentido, la comunalidad, una propuesta surgida en la década de los años 80 en Oaxaca para nombrar procesos y formas comunitarias, permite un análisis de la compleja realidad de los pueblos indígenas, incluyendo la construcción del territorio, las experiencias de defensas y la creación de alternativas de vida. De esa forma se construye una propuesta metodológica que aborda la realidad a partir del entretejido de los elementos de la comunalidad y de las relaciones que se establecen. Partir de lo propio para mirar lo posible es reconocer que existen conocimientos locales pertinentes para enfrentar las problemáticas actuales, al tiempo que se contribuye con categorías para nombrar los procesos comunitarios y propone otra forma de hacer investigación: desde la periferia, desde lo comunitario, desde la gente.