Durante décadas, se ha escuchado el llamado de diversos actores sobre la necesidad de pensar la conservación de otra forma, más allá del modelo colonial hegemónico que sustenta la creación de áreas protegidas como la principal estrategia para cumplir metas globales que prometen salvar la biodiversidad. En el modelo que representan las áreas protegidas, encontramos la forma como se ha pensado la conservación durante el último siglo, principalmente para áreas terrestres, pero también y más recientemente para áreas marinas. Hasta hace poco, el mayor énfasis de creación de áreas protegidas se puso en sitios terrestres porque el cambio en el uso de la tierra ha sido considerado una de las mayores amenazas para la biodiversidad debido a la actividad humana y al desarrollo económico. Todo el modelo de creación, planificación y manejo de las áreas protegidas está vinculado fundamentalmente a la posibilidad de delimitar un polígono que se puede cercar y vigilar, en el que se pueda proteger lo que esta adentro de los límites de una unidad, en oposición a un afuera no-protegido donde las cosas funcionan de otro modo. En Chile, una serie de transformaciones conceptuales en el modelo de conservación están ocurriendo a partir de la creación del Servicio Nacional de Biodiversidad y Areas Protegidas (SBAP) en 2023, el cual amplía el espectro de la conservación de todos los ecosistemas, tanto en la tierra como en el mar, en lo público y lo privado y no solo adentro sino también afuera de las áreas protegidas. La Patagonía chilena ofrece un importante escenario de observación para entender los desafíos que enfrenta esta transformación conceptual y el tipo de presiones que ejercen los grandes intereses empresariales para acceder a la explotación de recursos a través de concesiones otorgadas por el Estado. En esta ponencia, se presentan avances del proyecto de investigación postdoctoral No. 3220264 con el apoyo de FONDECYT y la Universidad de Los Lagos, Chile.