Mutquín es un pueblo ubicado en el Departamento Pomán, de la Provincia de Catamarca. Desde el año 2015 comencé a viajar al pueblo de Mutquín con la intención de realizar un análisis cultural situado sobre la noción, no sólo de hospitalidad, sino también de los sentidos del habitar, desde el ´trabajo de campo´ que me permitieran problematizar desde la situación de investigación concretas los sentidos de hospitalidad excesiva (Grosso, 2014), que allí en las relaciones festivas en época del carnaval, principalmente se ponen en juego, de maneras diferentes a las estipuladas por los dispositivos gubernamentales.
En la actualidad puedo decir que los sentidos de otro habitar, de otra hospitalidad, de otro ethos , que aprendo de las relaciones y seres humanos y no-humanos me permiten pensar otras bio-políticas, en otras maneras de hacer comunidad, a contrapelo del significado moderno que ya es puesto en tensión por los aportes del denominado pensamiento de la comunidad, cuyos representantes son Blanchot, Nancy, Espósito, Agamben, entre otros, que me permiten a nivel teórico establecer rupturas con el sentido moderno de comunidad. Por ello en el presente trabajo recuperaré esos aportes, que junto a la experiencia etnográfica en Mutquín, las relaciones que allí se establecen entre seres humanos y no-humanos, como El Manchao , sus habitantes y el Nogal me permitirán esbozar otras maneras de pensar y hacer comunidad, tensionando precisamente lo “común” en comunidad desobrada (Blanchot, Nancy), en comunidad alterada, que se abre a una comunidad de seres inhumanos (Grosso), comunidad de afinidad (Rivera Cusicanqui) y lo que podría plantear como comunidad de afectos en hospitalidad excesiva del habitar.
Lo primero que advierto estando en Mutquín es que no sólo hay relaciones de hospitalidad incondicional que se da en acontecimientos singulares y que “es heterogénea a la política y al derecho” (Derrida: 1997; Derrida & Safaa Fathy: 1999); por ejemplo en la manera de celebrar los carnavales, sino también una hospitalidad excesiva (2014), como plantea Grosso en cuanto a las relaciones entre lo humano y lo no-humano que se presentan en comunidades locales y que implican “una hospitalidad que para recibir y para acoger sale al encuentro, y considera al otro en su diversidad y en su novedad” [(Grosso, 2014a: 18; 2019: 239; 2016), énfasis en cursiva en el original]. Una hospitalidad que refiere a un movimiento que denomino salir-afuera, estar-afuera, en una exterioridad irreductible (Almaraz, 2021). Y que no implica una necesaria relación de reciprocidad que significaría un discurso de acoger al otro hacia mí sí-mismo, de pura empatía, sino de encontrarnos en/desde una ética y política de la diferencia, es decir recibir al otrx en cuanto otrx entre otrxs, que somos nosotrxs. Allí se torna una urgencia tensionar y problematizar lo común de una comunidad.
Por otra parte, el trabajo de campo, desde una etnografía que implica una forma de vida compartida y comprometida (Katzer: 2019) con el lugar, me permitió tensionar los aportes teóricos en el nivel filosófico y ético-político, con la praxis concreta que implica el trabajo de una etnografía.