El objetivo de este trabajo es analizar el papel de los cuerpos en la gestión fronteriza y migratoria en la frontera norte de México con Estados Unidos. Para ello, me centro en tres situaciones. Primero, el caso de los migrantes cuyos cuerpos son explotados en las precarias oportunidades de trabajo que encuentran a lo largo de la frontera norte de México. En segundo lugar, me fijo en los migrantes que experimentan la detención y el confinamiento en los centros de detención de la CBP en Estados Unidos. Y en tercer lugar, analizo la situación de los migrantes desaparecidos cuyos cuerpos son buscados por familiares y numerosos colectivos en México. A través del análisis de estas situaciones, espero demostrar que al utilizar los “cuerpos” como una categoría productiva para analizar la migración y la contención de los movimientos migratorios, podemos entender tanto los efectos negativos resultantes sobre la subjetividad y los cuerpos de los migrantes como la forma en que los migrantes responden y desafían al sistema migratorio global.
En mi perspectiva, los cuerpos son el objetivo último del control político y la dominación de los migrantes. Los cuerpos se ven afectados de múltiples maneras y a través de diversas formas de poder. Esta política de los cuerpos en la migración no puede analizarse fácilmente sin tener en cuenta las condiciones raciales, de clase y de género que ella misma crea. Así, podemos ver que el sistema de control de la migración ha producido una enorme máquina de guerra que afecta a los cuerpos de los migrantes de múltiples maneras y con distintos mecanismos de poder.
Máquinas para explotar los cuerpos y máquinas para disciplinar y docilizar. Máquinas para debilitar y máquinas para desaparecer. Surge así toda una dimensión maquinal para asegurar, de esta manera, el máximo aprovechamiento del poder migrante mientras se mantiene a raya a los migrantes, incapaces de exigir derechos o luchar por mejores condiciones. Por todo ello, el capitalismo y los Estados refuerzan su poder gracias a esta maquinaria anti-inmigración. Maquinaria que es, al fin y al cabo, una maquinaria corporal.
Sin embargo, los migrantes desafían el aparato migratorio anteriormente descrito y el despliegue de sus tecnologías de control corporal. Cada día esos cuerpos migrantes organizan toda una serie de resistencias y luchas para enfrentarse a toda esta maquinaria que pretendería dominarlos.
Por esta razón, los migrantes no pueden ser considerados simplemente como víctimas. Al contrario, su presencia a lo largo de la frontera es una prueba irrefutable de que siguen con nosotros, atravesando zonas peligrosas y habitando refugios destartalados. Montan campamentos cerca de los puertos de entrada a Estados Unidos y marchan y luchan por sus derechos. Su mera existencia es una prueba del poder de sus cuerpos. Demuestran en cada acción y en cada proyecto migratorio individual o colectivo su irreprimible exaltación de la vida y la capacidad constante y duradera de reproducirse como cuerpos y como fuerza subjetiva, a pesar de todas las limitaciones.