Al llegar a la adolescencia, algunas personas se enfrentan a la ausencia de sangre menstrual, que marca el inicio de un nuevo momento de la fase reproductiva en los cuerpos con capacidad para gestar. La ausencia de este marcador les lleva a clínicas y médicos para investigar las posibles causas y, tras realizar pruebas de ultrasonido y resonancia magnética, reciben el diagnóstico: síndrome de Mayer-Rokitansky-Kuster-Hauser (MKRH). Este síndrome se caracteriza por la ausencia congénita de útero, cuello uterino y dos tercios superiores de la vagina en personas consideradas, en la literatura biomédica, fenotípica y hormonalmente femeninas. Considerada una enfermedad rara, con una incidencia de 1 de cada 4.500 personas, y caracterizada como una condición de «trastorno del desarrollo sexual», que se refiere a un amplio conjunto de condiciones que afectan a la vida reproductiva y sexual de quienes las padecen, la ausencia congénita de útero puede tener importantes implicaciones en la vida de un individuo. Esto se debe a que esta enfermedad tiene impactos físicos, psicológicos y sociales en estas personas, sobre todo porque afecta su potencial reproductivo y la percepción que tienen de sí mismas en cuanto a la normalidad del sexo y el género. En este trabajo presentaré los itinerarios terapéuticos y la trayectoria vital de una mujer con MKRH que lidera una asociación de personas con el síndrome en España. El material en el que se basan estos análisis procede de una entrevista semiestructurada con esta mujer, que forma parte de mi investigación de máster en curso, y me permite reflexionar sobre las conexiones entre los procesos de enfermedad, las prácticas y los discursos biomédicos, y las nociones de género y normalidad. Anclada sobre todo en las discusiones sobre la creación de las diferencias sexuales y el debate sobre la intersexualidad, busco reflexionar sobre cómo, y a través de qué contextos, prácticas y discursos, un órgano – y aquí en este caso, el útero- tiene un potencial tan grande para definir identidades. De este modo, pretendo contribuir al debate sobre la Antropología de la Salud y el Género, que abarca reflexiones etnográficas sobre la enfermedad, las tecnologías reproductivas, la maternidad y las identidades de género. Creo que los análisis de la MKRH son importantes para el campo debido a la falta de investigación sobre el tema en Antropología, especialmente centrándose en las experiencias de las personas de América Latina.