Ponencia

Condicionamientos y desafíos para la innovación teórica en las Antropologías Latinoamericanas y del Caribe

Parte del Simposio:

SP.15: ¿Teorías antropológicas latinoamericanas? La DITALC, una revisión de nuestras prácticas teóricas desde el Sur

Ponentes

Sergio Eduardo Visacovsky

CIS-CONICET/IDES

Rodrigo Díaz Cruz

Universidad Autónoma Metropolitana

Cuando nos referimos a las antropologías latinoamericanas y del Caribe no estamos sino aludiendo a un conjunto heterogéneo y desigual de procesos de desarrollo de una disciplina y sus comunidades, las cuales tienen sus propias características históricas y, de caso en caso, institucionales, de financiamiento, universitarias, de investigación, docencia, divulgación, de formas peculiares de vinculación con el Estado, con la sociedad y con las poblaciones que habitan sus territorios y con las que migran. Al mismo tiempo, guardan relaciones singulares con otras disciplinas emparentadas: la sociología, la geografía, la historia, la lingüística, la economía, la filosofía, la psicología, incluso la biología. A veces están subordinadas a las políticas del lenguaje dominantes en las ciencias y sus mecanismos de difusión (libros, revistas, congresos) y están articuladas a políticas editoriales locales, nacionales, mundiales. Más aún, al interior de cada uno de los países latinoamericanos y del Caribe existen también diferencias y desigualdades en la conformación de las comunidades de la antropología y los campos en los que se despliegan. Por añadidura, la incorporación de miembros de los pueblos originarios o africano-descendientes que ingresan, primero, a la educación superior y que, además, se proponen estudiar antropología es un fenómeno más o menos reciente en nuestros ámbitos: ilustra uno de los mecanismos institucionales de exclusión más persistentes. Los mecanismos de socialización y formación de las comunidades antropológicas —acaso podamos distinguir generaciones— son fundamentales: quiénes se formaron en universidades de las otras antropologías (hayan sido en países del llamado Primer Mundo, o en las universidades de la capital del propio); qué tradiciones intelectuales de investigación se cultivaron o se desdeñaron o se prohibieron; qué espacios permitieron la creatividad e innovación, qué condiciones inhibieron el desarrollo de la disciplina, esto es, de la producción de conocimiento, la novedad conceptual y metodológica. ¿Cómo se fueron integrando redes de comunicación e investigación —y hasta dónde han sido recíprocas— entre las antropologías latinoamericanas y del caribe con las antropologías dominantes, que se desarrollaron especialmente en Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia?
En esta abigarrada serie de restricciones, pero no menos de posibilidades u oportunidades, es que se ofreció la Diplomatura Internacional en Teorías Antropológicas Latinoamericanas y del Caribe (DITALC) en 2023. Un magnífico esfuerzo, primero, por conjuntar profesores de distintos países de Latinoamérica y el Caribe a fin de reflexionar sobre estos desafíos e inquietudes, a partir de horizontes temáticos singulares que integraron los distintos módulos de la Diplomatura. Pero también, y más significativamente, porque nos permitió la pregunta sobre cómo podemos robustecer las condiciones de posibilidad y capacidades para producir conocimientos, conceptos, metodologías innovadoras y novedosas en nuestro campo —que además tengan incidencia en las realidades y problemas sociales de nuestras circunstancias. Partiendo de reconocer los retos y desafíos que debemos enfrentar como antropólogos latinoamericanos, quisiéramos sostener aquí la necesidad de reconocer que nuestras antropologías deben mantener relaciones de comunicación e intercambio inteligentes, fructíferas y respetuosas entre sí y con las antropologías dominantes. Esto exige la construcción de puentes que vinculen diferentes academias en el mundo, puesto que muchas veces lo relevante no es utilizar la literatura de otras antropologías, vengan de donde vengan, sino el modo o las formas en que las utilizamos. Por eso, nos interesa llamar la atención sobre cómo dialogamos críticamente con ellas, cuáles son los condicionamientos y límites a los que estamos expuestos y cómo nos apropiamos de ellas y, en todo caso, podemos modificarlas en función de nuestras realidades e interrogantes.