La autonomía tiene al menos dos significados, uno, relacionado con la dimensión individual, el otro, con la dimensión social, y ambos se refieren a la facultad o poder de actuar según los propios criterios. Se trata de una facultad básica del ser humano.
Para la lucha histórica de las mujeres, la autonomía, también nombrada autodeterminación, ha sido y es fundamental. Su significado se ha centrado en el cuerpo y las decisiones sexuales que emanan de éste, ya que estas dimensiones son el núcleo de la opresión de las mujeres hasta nuestros días. Es en la vivencia sexual donde las mujeres nos enfrentamos a las barreras más firmes, pues en ella se definen cuestiones estructurales del sistema social, tales como el crecimiento poblacional y el modelo económico, por nombrar algunas. Sin embargo, la autodeterminación también se experimenta en la posibilidad de transitar, de moverse, de trasladarse, en el uso del tiempo y del espacio. En sociedades occidentalizadas, las mujeres ven restringida su libertad para transitar por el espacio público por el riesgo de acoso, hostigamiento, violencia sexual. Por otro lado, en comunidades indígenas, la libertad de las mujeres se ve restringida hasta en lo más básico, como es salir de compras, ocupar el espacio público, pasear, participar en fiestas comunitarias, cuidar su salud, entre otras actividades cotidianas. Por su parte, para los pueblos originarios, la autonomía es una condición nodal de los procesos de liberación, con importantes diferencias en la forma en que cada pueblo la entiende y practica.
El presente trabajo se propone compartir resultados de una investigación etnográfica realizada durante 2022 y 2023, en comunidades autónomas púrhépecha del Estado de Michoacán, poniendo al centro una reflexión acerca de las sintonías y las contradicciones que se observan en la forma de entender y vivir la autonomía según se trate de las mujeres o de las comunidades.