En la ponencia se desea compartir algunas reflexiones en relación al trabajo de campo etnográfico realizado en un espacio socio-comunitario de un barrio popular cordobés en el cual se realizan actividades de la Economía Popular (EP).
La EP es un sector que agrupa un diverso conglomerado de actividades desarrolladas por personas marginalizadas y con medios de producción marginalizados. A través de la utilización de la propia fuerza de trabajo y de los recursos disponibles, quienes trabajan realizando estas tareas logran “ganarse la vida” en condiciones sumamente precarizadas.
Por sus características marginales, las personas de la EP suelen ser socialmente invisibilizadas y/o estigmatizadas. También por esta razón, aún no se cuenta con mediciones fiables de la cantidad de trabajadores del sector.
La investigación doctoral recientemente terminada en la cual se enmarca la etnografía en cuestión ha partido de un fuerte compromiso con les sujetes estudiades. Este llevó a enmarcar el trabajo en la “investigación militante”.
En concreto, la etnografía que inspira las reflexiones a socializar se asienta en el trabajo socio-comunitario dentro de un barrio popular llamado El Chaparral. En “El Chapa” como también se lo conoce, en febrero de 2017 se ha inaugurado un salón en donde se realizan centralmente comidas comunitarias, pero también otras diversas actividades. En este espacio llamado “Esperanza Popular, el Chapa en movimiento” se realizó trabajo de campo durante tres años (entre los agostos del 2018 y del 2021).
En particular, nuestra llegada al espacio fue por razones militantes tiempo antes de comenzar con la experiencia etnográfica. Esto implicó una ubicación específica al comienzo del trabajo de campo. El acumulado precedente es un elemento clave para comprender posibilidades y obstáculos de la pesquisa. Teniendo en cuenta esta realidad, el trabajo de campo experimentó ciertas situaciones cotidianas con nuestres interlocutores, relaciones y espacios.
El recorrido militante previo y algunas relaciones de amistad construidas durante años (incluida, por ejemplo, la experiencia de ser testigo en un casamiento) planteo desafíos particulares. Por un lado, se tuvo la “ventaja” de mucha cercanía, de mucho conocimiento de la cotidianeidad. Esto habilitó el acceso a ciertas situaciones e informaciones que para une investigadore recién llegado al campo podría ser imposible o en el mejor de los casos, llevar años de trabajo. Sin embargo, por otro lado, la afectación profunda con les sujetes del barrio, llevó a la necesidad fundamental de, entre otras cosas, realizar desplazamientos de la mirada y tomar cierta distancia. En este punto la reflexividad permanente fue fundamental.
En fin, en base a la experiencia en El Chaparral se entiende que la “investigación militante” es una opción válida, como otras, para la producción de conocimiento en el ámbito de las antropologías latinoamericanas del trabajo. Sin embargo, no se puede desconocer que esta requiere una constante problematización. En este sentido, se plantea compartir reflexiones sobre el acceso al campo y el “estar ahí”.