Esta ponencia busca promover un intercambio multidisciplinario sobre las realidades de las niñeces trans* a partir de la casuística del Centro de Referencia Amigable (CRAm) en Uruguay. Hay registros históricos de que las personas trans* han existido en todos los tiempos y culturas. Sin embargo, las niñeces trans*, son un sujeto histórico más novedoso. No toda expresión de no conformidad con el género a edades tempranas configura una identidad trans*. Existen otros matices de experiencia con relación a la diversidad de género. En esta propuesta hay una voluntad de producir sobre las niñeces trans* porque habitualmente es una etapa vital rezagada en el marco de dinámicas adultocéntricas. De hecho, se suelen producir grandes daños a partir de todo aquello de la niñez que el universo adulto no consigue elaborar (Frigerio, 2013). Las políticas públicas y las instituciones del Estado distribuyen desigualmente las condiciones de vida y la posibilidad efectiva de ejercer derechos (López y Platero, 2019). Las políticas focalizadas en grupos minorizados tienen el efecto de invisibilizar las estructuras sociales que generan inequidades. Las políticas devienen en mecanismos complejos que contribuyen a actualizar diferentes procesos de inclusión-exclusión. Marcan los cuerpos, las vidas y las subjetividades. Asistimos a una emergencia de referentes y discursos sobre lo trans* que pueden instalar una transnormatividad. Es esencial regular el acceso a la información específica a las niñeces trans* por su bienestar psicosocial, el libre desarrollo de la personalidad y el bien superior de estas niñeces. Un acompañamiento asertivo debería contemplar los tiempos internos de las niñeces, reconociendo que la capacidad de simbolizar es limitada por su desarrollo psicológico. Es necesario respetar la capacidad de agencia y autonomía de las personas trans* para tomar decisiones sobre sus cuerpos. Una propuesta despatologizadora no implica la desmedicalización. Pensar políticas trans* críticas con la normatividad de género implica comprender que la experiencia trans* no desaparece cambiando el cuerpo (Missé, 2021). Adams, Murphy y Clarke (2009) señalan los peligros de asumir la lógica de problema-solución para anticiparnos a circunstancias que todavía no han sucedido y que no podemos predecir. El cuerpo puede ser el lugar donde se expresa el malestar, pero no es necesariamente la fuente del malestar en la experiencia trans*. Dicho malestar no es individual, siempre tiene un componente social. Habitamos cuerpos sexuados, generizados, racializados, marcados por la clase social, con algunas capacidades, se mueven por territorios e instituciones (amigables y otras veces no tanto), encarnan una edad. Los cuerpos mapean las relaciones entre el poder y la identidad (Rose, 1999). El cuerpo trans* es resultado de diversas controversias, se ha ido alejando del discurso médico (Guerrero, 2018). También hay otros tránsitos posibles e imaginables pero si en nuestra cultura circularan otras creencias genéricas y corporales.