Las revistas científicas -tanto en sus versiones académicas como de divulgación- se constituyen en espacios vitales para la producción antropológica, en tanto órganos para su comunicación y visibilización. El contexto contemporáneo, sin embargo, nos enfrenta a un conjunto de desafíos en torno a las mismas. La creciente desigualdad entre revistas en el actual ecosistema editorial, resultado de una carrera vertiginosa gobernada por criterios empresariales que se expresa en un campo cada vez más competitivo y desigual, coloca a muchas de ellas en situaciones críticas. Este proceso, acelerado por la proliferación de indizadores que hacen parte de un sistema mundo universitario, trae consigo una fragmentación de los lazos de solidaridad entre revistas y profundiza la jerarquización basada en el acceso diferencial a recursos. Indexar y mantener indexaciones, aún más las establecidas como valiosas, implica una producción de la diferencia basada en la disponibilidad (o no) de recursos materiales y humanos. Estas desigualdades se expresan fuertemente entre – por un lado – el norte global y los centros metropolitanos, y – por el otro – los sures y las antropologías dispersas territorialmente fuera de ciertos centros.
En este marco, indexaciones, métricas, índices de impacto y otros estándares establecidos por grandes monopolios editoriales internacionales van imponiéndose en cada una de las decisiones a tomar. En la medida en que los sistemas científicos ponderan las publicaciones en revistas indexadas, estas reglas suelen ser aceptadas como parte de las condiciones necesarias para la supervivencia de las publicaciones, cuestión que complejiza técnicamente el trabajo de los equipos editoriales al tiempo que lo despolitiza. Todo lo señalado repercute también en la forma, plazos, objetivos y condiciones de la producción de conocimiento científico. Lleva consigo una reducción de los tiempos de investigación o su co-producción forzada para maximizar la publicación de artículos, cuestión que se ve agravada por las políticas institucionales que atan estímulos, salarios u otros sistemas de reconocimiento o pago del trabajo intelectual a la productividad, concebida en términos cuantitativos. Como contraparte, desde las revistas vemos la multiplicación del trabajo no remunerado y no reconocido asociado a las tareas de evaluación/referato.
Así, considerando que el intercambio y la comunicación científica son a su vez condición y corolario de la producción de conocimiento, y que en nuestros países latinoamericanos y caribeños, la mayoría de esa producción es resultado del financiamiento con fondos públicos, esta mesa invita a construir un espacio de reflexión situada e intercambio significativo sobre las políticas editoriales en América Latina, para pensar cuáles son los desafíos a los que nos enfrentamos y las posibilidades de crear vías alternativas que le devuelvan independencia y autonomía a nuestras publicaciones.